
Cuando fue probado en el Canal de la Mancha, resultó ser inestable y tener poca potencia
Entre 1892 y 1893, el inventor francés Ernest Bazin presentó una patente para un inusual diseño de barco. En lugar de deslizarse por el agua, como se había utilizado hasta entonces, Bazin buscó minimizar el contacto con el agua y así superar la fricción proponiendo un diseño que incorporaba ruedas giratorias. Después de largos años de experimentación con un modelo de barco sobre ruedas a escala 1:25, Bazin estaba listo para llevar su invento a los mares.