Todos los días microorganismos consumen casi 45 kilos de hierro del trasatlántico
Después que el R.M.S. Titanic golpease un iceberg el domingo 14 de abril de 1912, su destino posterior siguió siendo un misterio durante más de setenta años. En ese momento, se consideraron incorrectos los testimonios de sobrevivientes que afirmaban que el barco se rompió por la mitad.
Cuando en septiembre de 1985 se descubrió el naufragio, a casi 595 kilómetros al sur-sureste de la costa de Terranova, se confirmó que el barco se rompió en dos grandes trozos y en muchos más pequeños, creando un campo de escombros de aproximadamente 40 kilómetros cuadrados.
La proa de la nave todavía está casi intacta, incluso si la mayoría de las estructuras en cubierta se derrumbaron cuando el Titanic se hundió en el fondo marino. La popa de la nave fue aplastada por el impacto y la presión del agua.
Un gran campo de escombros, con cientos de miles de artículos, desde maquinaria hasta artículos personales de los pasajeros, está esparcido entre las dos partes del barco.
Los restos de Titanic descansan al final del Cañón de Cameron (llamado así no por el famoso cineasta James, sino por el investigador científico canadiense Harky Cameron) que desciende de la cresta de Terranova a una llanura abisal a unos 4 klómetros bajo la superficie del océano.
El piso del cañón está cubierto por escombros de sedimentos que se desplazan hacia el Titanic desde Sediment Wave Field, una gran llanura fangosa, caracterizada por dunas, lenguas de arena y hojas, formadas por fuertes corrientes submarinas que se mueven a través del área. Estas corrientes son probablemente también la razón por la cual los escombros del barco hundido se dispersan en un área tan grande.
Tras cinco años de fabricación, el Titanic se hundió en menos de tres horas y probablemente no durará hasta finales de este siglo. Aparte del daño causado por el hundimiento, también el tiempo consume al Titanic.
Según algunas investigaciones, los restos serán finalmente enterrados por los sedimentos en unos cincuenta años. Además, los microorganismos que viven en las profundidades del mar contribuyen a la descomposición del naufragio.
En 1986, durante la primera visita al pecio con un submarino, los investigadores descubrieron que colonizaron el naufragio varias bacterias y hongos. Un tipo de bacteria era incluso una especie desconocida, llamada apropiadamente en 2010 Halomonos titanicae [PDF].
Los microorganismos producen energía para mantener su metabolismo oxidando las partes de hierro de la nave. El metabolismo microbiano forma una gruesa capa de óxido que cubre la totalidad del naufragio, formando incluso estalactitas (llamadas rústicas - rusticles en inglés) en las ventanas y fisuras del casco. Todos los días los microorganismos consumen casi 45 kilos de hierro. Las cubiertas superiores de la nave están hechas de delgadas placas de acero y probablemente durarán de diez a quince años.
El casco del barco está hecho de placas gruesas, e incluso si no fueron lo suficientemente fuertes como para resistir el iceberg en esa fatídica noche, el acero resistirá durante algunas décadas en el fondo del océano. Sin embargo, al final, el casco debilitado colapsará completamente y será enterrado por los sedimentos transportados por las corrientes.
Durante una expedición en 2004, Robert Ballard, uno de los oceanógrafos que encontraron el naufragio, notó algunos signos de nuestra civilización moderna dispersados alrededor del naufragio. En el campo de escombros, encontró vasos de plástico de barcos que pasaban y cadenas de hierro o balastos de submarinos que visitaban el sitio.
Los visitantes también dañaron el naufragio, especialmente el área alrededor de la famosa escalera. Al posarse en las cubiertas de la nave, los vehículos pesados utilizados para visitar el naufragio dañan el acero intacto, y las fisuras se colonizan rápidamente por los microorganismos corrosivos. Las manchas amarillas de hierro en descomposición documentan este proceso en las cubiertas superiores y la proa.
Además, la actividad humana en la superficie del mar tiene impactos en el Titanic. En las últimas décadas la pesca insostenible en los Grandes Bancos de Terranova ha reducido significativamente la población local de peces. Una población más pequeña consume menos plancton en las capas superiores del océano y se hunde en el fondo del mar más materia orgánica. Aquí, el exceso de nutrientes causa una floración en la comunidad microbiana de aguas profundas que cubre el naufragio. A medida que los microbios se multiplican y se alimentan del naufragio, acelerarán la lenta pero incesante descomposición del Titanic.
Incluso si el naufragio finalmente desaparece, algunos rastros del desastre todavía estarán allí en el fondo del mar. En 1991, Cameron Canyon pasó a llamarse oficialmente Titanic Canyon. Además, varios montes submarinos cercanos recibieron el nombre de los buques involucrados en el desastre. Por ejemplo, Carpathia honra al primer barco que llegó al lugar del desastre en 1912 y salvó a 743 pasajeros sobrevivientes.