La presión y el movimiento de las partículas permiten a los peces averiguar la dirección del sonido
Cuando están bajo el agua, los humanos no pueden determinar de dónde proviene un sonido. El sonido viaja allí unas cinco veces más rápido que en tierra. Eso hace que la audición direccional, o localización del sonido, sea casi imposible porque el cerebro humano determina el origen de un sonido analizando la diferencia de tiempo entre su llegada a un oído y al otro.