Puede haber permitido a nuestros ancestros que se arrastraban por el fondo del mar, identificar las fuentes de alimentos
Científicos del EMBL han encontrado estructuras cerebrales relacionadas con el palio de vertebrados en el gusano marino Platynereis dumerilii
Nuestra corteza cerebral, o palio, es en gran parte de lo que nos hace humanos: el arte, la literatura y la ciencia no existirían si esta parte fascinante de nuestro cerebro no hubiera surgido en algún antepasado menos inteligente en tiempos prehistóricos.
Pero ¿cuándo ocurrió esto y quienes eran esos antepasados? Inesperadamente, los científicos del European Molecular Biology Laboratory (EMBL) en Heidelberg, Alemania, han descubierto ahora una verdadero equivalente de la corteza cerebral en un invertebrado: un gusano marino.
Sus hallazgos se publican en la revista "Cell", y dan una idea de cómo eran los más antiguos centros superiores del cerebro y para qué los utilizaban nuestros más remotos ancestros.
Hace tiempo que se precisa que, en términos evolutivos, compartimos nuestro cortex cerebral con otros vertebrados, pero más allá todo era un misterio. Esto es porque incluso los invertebrados que están claramente relacionados con nosotros -como el anfioxo similar a un pescado- no parecen tener estructuras cerebrales similares, nada que apunte a un pasado evolutivo común. Pero los científicos del EMBL han encontrado estructuras cerebrales relacionadas con el palio de vertebrados en un primo muy lejano -el gusano marino Platynereis dumerilii-, un pariente de la lombriz de tierra, que compartió por última vez un ancestro con nosotros alrededor de hace 600 millones de años.
"Dos conclusiones surgen de este sorprendente hallazgo", explica Detlev Arendt, quien encabezó el estudio: "En primer lugar, el palio es mucho más antiguo de lo que cualquiera hubiera supuesto, probablemente tan antiguo como los animales superiores en sí mismos. En segundo lugar, hemos sabido que vino del agua como una adaptación a la vida marina en los océanos a principios del Precámbrico"
Para descubrir los orígenes evolutivos de nuestro cerebro, el cinetífico del EMBL Tomer Raju, quien diseñó y dirigió el estudio, hizo una mirada de profundidad sin precedente en las regiones cerebrales del Platynereis dumerilii, responsables de procesar la información olfativa. Desarrolló una nueva técnica que es la primera en permitir a los científicos investigar un gran número de genes en el cerebro compacto y determinar cuáles se activan al mismo tiempo. Esta técnica permitió determinar la huella molecular de cada célula, y la definición de tipos de células de acuerdo a los genes que expresan, y no sólo en función de su forma y ubicación.
"La comparación de las impresiones dactilares moleculares" dice Arendt, hizo evidente que son demasiado similares como para ser de un origen independiente y deben compartir un precursor evolutivo común", informa 'Science Daily'.
Esta estructura ancestral provino probablemente de un grupo de células densamente poblado, que recibió y tramitó información sobre el olfato y la locomoción directamente controlada. Puede haber permitido a nuestros ancestros que se arrastraban por el fondo del mar, identificar las fuentes de alimentos, moverse hacia ellos, e integrar las experiencias anteriores en una especie de aprendizaje.
"La mayoría de la gente pensaba que el palio de los cerebros de los organismos invertebrados había surgido de forma independiente durante el curso de la evolución, pero probamos que esto no era probablemente el caso", dice Tomer. Arendt concluye: "La historia evolutiva de nuestra corteza cerebral tiene que volver a escribirse".
Enlace: European Molecular Biology Laboratory (EMBL) Para saber más del Platynereis dumerilii (en inglés)