Durante su traumática cita, tratan al mismo tiempo de penetrar la cabeza de la otra
El marqués de Sade tendría mucho que envidiar a esta criatura, una babosa de mar que dispara entre los ojos a sus parejas potenciales y los investigadores sospechan que les drogan.
Además de tener pene, la babosa de mar, una especie de la Gran Barrera de Arrecifes de Australia que aún no ha sido descrita, está también armada con un dispositivo hipodérmico para inyectar sustancias químicas que posiblemente hacen a sus compañeros más dispuestos.
Eso es, según describen los científicos en la revista Proceedings of the Royal Society B, "un excepcional comportamiento de apareamiento traumático" de la babosa de mar.
Una táctica de apareamiento nunca antes documentada en animales, se cree que utiliza inyecciones en la cabeza que contienen compuestos que manipulan a la víctima de una manera que hace que sea más probable el éxito reproductivo, informó el equipo del estudio.
Un romance químico
La droga del sexo puede actuar, por ejemplo, para evitar que el destinatario digiera "el esperma del donante y en su lugar utilizarlo para fertilizar el óvulo", explicó la líder del estudio Rolanda Lange, de la Universidad de Monash en Victoria, Australia.
Señaló que el caracol común de jardín, Cornu aspersum, emplea una estrategia similar en la que los caracoles disparan dardos llamando al amor a su pareja sexual. Despedidos sobre el cuerpo, los dardos se recubren con una sustancia que permite que sobreviva más esperma del tirador.
Teniendo en cuenta que las babosas de mar son bastante promiscuas, otra posibilidad es que la dosis inyectada podría prolongar el tiempo de recuperación después del coito de una babosa de mar antes de aparearse de nuevo.
Esto daría "un beneficio a la competencia de esperma del macho actual", dijo Lange, una bióloga evolutiva.
Dado que las babosas de mar son hermafroditas, poseen órganos reproductivos tanto masculinos como femeninos, cada pareja da por bueno su estado. Durante su traumática cita, tratan al mismo tiempo de penetrar la cabeza de la otra.
El amor duele
Mientras que órganos sexuales de agujas o estiletes están presentes en otras babosas de mar del mismo género (Siphopteron), el estudio encontró que sólo las especies que inyectan en la cabeza las tenían específicamente en la región de los ojos.
En las observaciones el equipo se dio cuenta de que especies estrechamente relacionadas durante sus violentos noviazgos disparaban mucho más al azar sobre el cuerpo, o en la abertura genital de la hembra.
El equipo sospecha que la babosa de mar dirige la inyección en la cabeza deliberadamente al sistema nervioso central que se encuentra detrás de la frente. Si es así, esto podría ponerles en la misma siniestra sección en que parásitos "lavan el cerebro" manipulando el comportamiento de su animal huésped para sus propios fines reproductivos.
Una cosa parece cierta: no hay necesidad de usar la flecha de Cupido cuando se tiene una aguja hipodérmica.
Artículo científico: Cephalo-traumatic secretion transfer in a hermaphrodite sea slug