Microbios tallan en la roca minúsculos hogares para sus "jefes" percebes
Es una roca llorona. Bloques de piedra arenisca cerca del centro turístico de Lakes Entrance en la costa de Victoria, en el sureste de Australia, se cubren con percebes que parecen derramar lágrimas.
¿Cómo llegaron allí las llamadas "Lágrimas de la Virgen"?
Parece que la formación geológica única es un producto de biología igualmente único: la primera relación simbiótica conocida entre crustáceos y bacterias.
"Es importante porque muestra cómo los organismos modifican lentamente su entorno - incluso si el medio ambiente parece tan sólido como la roca", dice John Buckeridge en la Universidad RMIT en Melbourne, Victoria. "Lo que es lindo aquí es la relación entre el percebe y las cianobacterias que permite que esto suceda".
Para comprender cómo y por qué se formaron las estructuras, examinó el sitio y analizó las muestras en el laboratorio.
Trabajando con Bill Newman de la Institución Scripps de Oceanografía, California, encontró que los percebes (Chthamalus antennatus) están rodeados de microbios de color oscuro conocidos como cianobacterias, que se alimentan de sus residuos ricos en nitrógeno. Esto da lugar a la forma redondeada del ojo del cual parecen caer las lágrimas.
Las cianobacterias también excretan ácidos orgánicos que disuelven el carbonato, un componente importante de la arenisca (ver abajo). Las madrigueras resultantes protegen a los percebes del ardiente sol y del material lanzado por las olas.
El exceso de ácido gotea por la superficie de la roca y forma ranuras de hasta 17 centímetros de largo. Estas se pueblan de cianobacterias adicionales, creando las características lágrimas.
Las formaciones de curioso aspecto son el primer ejemplo conocido de una relación mutuamente beneficiosa entre un crustáceo y una bacteria, dice Buckeridge. Los percebes proporcionan alimento a las bacterias, mientras que las bacterias cavan para los percebes refugios de hasta 15 milímetros de profundidad.
Sin embargo, es extraño que los percebes se asocien con bacterias que erosionan la superficie de roca en la que viven, dice Buckeridge. "Lo realmente raro de esto es cómo se las arreglan para seguir adelante".
Los percebes parecen cementarse en el lugar secuestrando la roca residual no carbonatada hacia las ranuras internas de sus conchas, dice Buckeridge.
Las lágrimas están sumergidas en la marea alta, por lo que los percebes están bajo el agua durante una parte del día donde comen plancton. Los percebes son encontrados más comúnmente más bajos en la zona intermareal, pero en estas rocas se asientan más altos de lo habitual. "Esta relación con las cianobacterias les da la oportunidad de explotar una zona ligeramente más alta, donde hay menos predación y competencia", dice.
Posarse en la superficie de la roca sobre la línea de agua es ventajoso porque los percebes son menos propensos a caer presa de los cangrejos y otros organismos marinos. Sin embargo, la roca puede llegar a 50°C durante el verano, lo que significa que los percebes sucumbirían a la deshidratación si no pudieran anidar en las madrigueras hechas por las cianobacterias.
"De manera similar, sin los percebes, sería más difícil para las cianobacterias encontrar alimento en ese ambiente hostil", dice Buckeridge. "Es una unión hecha en el cielo".
La relación simbiótica lo más probable es que comenzase como una asociación oportunista, dice. Nadie parece saber la edad de las Lágrimas de la Virgen, o quién las nombró, pero las profundidades de las madrigueras sugieren que han estado allí durante varias décadas.
El hallazgo es parte de una apreciación más amplia de la importancia de los microbios para toda una gama de huéspedes, desde los percebes hasta las plantas, dice Ezequiel Marzinelli, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia.
"Estas asociaciones entre los microbios y sus huéspedes forman una entidad biológica coherente, o 'holobionte'", dice. "Estos componentes deben ser estudiados juntos si queremos tener una comprensión de los sistemas biológicos".
Artículo científico: The “Tears of the Virgin” at Lakes Entrance, SE Australia were made by the intertidal barnacle Chthamalus antennatus Darwin (Cirripedia: Thoracica) and cyanobacteria