El genoma de la ballena jorobada se suma a la creciente comprensión de la "Paradoja de Peto"
A medida que las ballenas evolucionaron para hacerse gigantescas, los cambios genéticos necesarios para lograr la hazaña fueron acompañados por otros que redujeron drásticamente el peligro principal de crecer enorme: el cáncer.
Esa es la conclusión a la que llegó un equipo de investigadores dirigido por Marc Tollis del Instituto Biodesign de la Universidad Estatal de Arizona en los Estados Unidos y publicado en la revista Molecular Biology and Evolution.
En algunos aspectos, el riesgo de mutaciones celulares que se convierten en cáncer es un juego de números brutos, condicionado en términos generales al número de células en cualquier organismo dado, no solo en un momento dado, sino a lo largo de la vida.
Las grandes ballenas, como la ballena azul (Balaenoptera musculus) y la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), tienen alrededor de 1.000 veces más células que un humano y pueden vivir 90 años o más. En teoría, por lo tanto, deben ser particularmente susceptibles al cáncer.
Sin embargo, por lo que los científicos han podido determinar, no lo son. De hecho, todos los mamíferos gigantes, los elefantes, por ejemplo, parecen tener tasas de cáncer más bajas de lo que deberían sugerir sus recuentos de células.
Esta situación, reconocida durante años, se conoce como Paradoja de Peto, llamada así por un investigador que en 1975 demostró que un aumento en la incidencia de cáncer en los mamíferos a medida que envejecían se debía a los efectos acumulativos de la dosis de por vida y no a ningún efecto intrínseco del envejecimiento.
En la última investigación, Tollis y sus colegas construyeron, por primera vez, el genoma completo de una ballena jorobada, y luego lo compararon con los genomas existentes de otras 10 especies.
Los resultados confirmaron investigaciones anteriores que encontraron que el gigantismo está relacionado con la duplicación de muchos genes asociados con la función celular, la reparación del ADN y el envejecimiento.
Imagen: Diversidad en el tamaño del cuerpo y la duración de la vida dentro de las ballenas rorcual (Balaenopteridae) y los delfines (Delphinidae).
Las ballenas de Groenlandia o ballenas boreales (Balaena mysticetus), por ejemplo, se estima que viven al menos 200 años, y su genoma muestra una selección positiva de un gen llamado ERCC1, que es un componente importante de la vía de reparación del ADN. La especie también tiene duplicaciones en otros genes que influyen en la reparación de genes y el crecimiento celular.
Se encontraron duplicaciones similares en los genomas de otras especies.
"En conjunto, estos resultados sugieren que los genomas de mamíferos más grandes y de mayor longevidad pueden ser la clave de múltiples mecanismos para suprimir el cáncer y, como los animales más grandes de la Tierra, las ballenas son fuentes de información muy prometedoras para la investigación de la supresión del cáncer", escriben los investigadores.
Artículo científico: Return to the Sea, Get Huge, Beat Cancer: An Analysis of Cetacean Genomes Including an Assembly for the Humpback Whale (Megaptera novaeangliae)