Un esqueleto fosilizado de delfín ha permitido reconstruir la causa de su muerte
El primer ataque del tiburón fue lanzado desde abajo, apresando al delfín con sus fuertes mandíbulas

Las evidencias fósiles de ataques de depredadores son muy escasas y difíciles de interpretar, pero los investigadores, de la Universidad de Pisa, Italia, Giovanni Bianucci, Bárbara Sorce, Tiziano Storai y Walter Landini, realizaron un cuidadoso análisis, comparable en algunos aspectos a los efectuados por los forenses durante las investigciones sobre un asesinato, de las marcas de mordeduras en un bien conservado esqueleto de delfín, y lograron determinar la probable identidad del asesino: un tiburón de 4 metros (se pensó por los naturalistas que originalmente lo examinaron que fue un gran tiburón blanco), y el equipo de investigadores analizó de nuevo a estos huesos para ver si pudieran reconstruir lo que había pasado con al delfín.
El esqueleto estaba sin estudiar en un Museo de Turín desde el siglo XIX, pero cuando Bianucci lo examinó, como parte de un estudio mayor sobre fósiles de delfines, se percató de unas pequeñas marcas sobre las costillas, vértebras y mandíbulas. La identificación de la víctima fue la parte fácil: una especie extinta de delfín conocida como Astadelphis gastaldii.
Averiguar la identidad del asesino exigió una ardua labor propia de un detective, puesto que la única evidencia sobre el depredador eran las marcas de sus mordeduras.
Finalmente, no sólo se ha logrado identificar la especie del animal atacante, sino también las circunstancias en las que se produjo el ataque.
Uno de los primeros pasos en la reconstrucción de los hechos fue determinar qué tipo de tiburón había mordido el esqueleto. Había una gran diversidad de géneros, tanto vivos como extinguidos para elegir, pero las marcas parecían más coherentes con las de un gran tiburón con puntiagudos dientes no aserrados.
Entre los principales candidatos estaban el Cosmopolitodus hastalis y un pariente aún vivo, el Isurus oxyrinchus (El marrajo).
Para probar esta idea los investigadores utilizaron los dientes de estos dos tiburones para hacer marcas de corte en plastilina, pero mientras que las marcas parecian estar en consonancia con el daño visto en el esqueleto del delfín, sin embargo era difícil distinguir entre el daño causado por cada tipo de diente.

Sin embargo, las numerosas marcas de dientes en la mandíbula, vértebras y costillas del Astadelphis muestran que había sido mordido por un tiburón grande, con dientes afilados de caras lisas. Ahora la pregunta es si los huesos registran un caso de caza real o fueron el resultado de una comida del tiburón a un delfín previamente muerto. Como los científicos descubrieron, había rastros de los dos tipos de alimentación.
Las incisiones más profundas y más claras están en las costillas del delfín, lo que indica que el tiburón lanzó su dentellada desde abajo, mordiendo el abdomen. Atrapado por las poderosas mandíbulas de la bestia, el delfín debió debatirse para liberarse de las mismas, y el tiburón probablemente arrancó una gran cantidad de carne del delfín, al tiempo que agitaba el cuerpo de su presa de un lado a otro.
La mordedura debió provocarle al delfín graves daños y una intensa pérdida de sangre, debido a la densa red de nervios, vasos sanguíneos y órganos vitales en esta área. Entonces, ya muerto o en estado de shock, el delfín quedó panza arriba, y el tiburón le mordió otra vez, cerca de la carnosa aleta dorsal.
Posteriormente el cuerpo del delfín fue acometido por carroñeros más pequeños, que aprovecharon los restos después de que el tiburón había terminado. En el océano, los organismos no se van a perder.
Los descubrimientos de Italia proporcionan a los científicos una estrecha, pero muy informativa, ventana hacia el pasado lejano. Nos recuerdan que los fósiles no son sólo restos inertes. Son los últimos vestigios de los seres vivos, y cada fósil nos habla de cómo era la vida entonces. No podemos contestar todas las preguntas que tenemos, pero descubrimientos como estos nos permiten reconstruir el pasado en forma general que sólo es posible en nuestra imaginación.
Enlaces: Journal Palaeontological Association Università di Pisa