Ofrece elementos de reflexión de nuestros primeros ancestros animales
Kimberella digería los alimentos de la misma manera que lo hacen los animales modernos
El contenido de la última comida consumida por los primeros animales que habitaron la Tierra hace más de 550 millones de años ha revelado nuevas pistas sobre la fisiología de nuestros primeros ancestros animales, según científicos de la Universidad Nacional de Australia (ANU).
La biota de Ediacara son los organismos grandes más antiguos del mundo y datan de hace 575 millones de años. Los investigadores de la ANU encontraron que los animales comían bacterias y algas que procedían del fondo del océano. Los hallazgos revelan más sobre estas extrañas criaturas, incluida la forma en que pudieron consumir y digerir alimentos.
Los científicos analizaron antiguos fósiles que contenían conservadas moléculas de fitoesteroles (productos químicos naturales que se encuentran en las plantas) que quedaron de la última comida de los animales. Al examinar los restos moleculares de lo que comieron los animales, los investigadores pudieron confirmar que el organismo parecido a una babosa, conocido como Kimberella, tenía boca e intestino y digería los alimentos de la misma manera que lo hacen los animales modernos. Los investigadores dicen que probablemente fue una de las criaturas más avanzadas de los ediacaranos.
El equipo de la ANU descubrió que otro animal, que creció hasta 1,4 metros de largo y tenía impreso en su cuerpo un diseño parecido a una costilla, era menos complejo y no tenía ojos, boca ni intestino. En cambio, la extraña criatura, llamada Dickinsonia, absorbía alimentos a través de su cuerpo mientras atravesaba el fondo del océano.
Imagen: El fósil de Dickinsonia que presenta impreso en su cuerpo el distintivo diseño en forma de costillas del animal. Foto: Dr. Ilya Bobrovskiy
"Nuestros hallazgos sugieren que los animales de la biota de Ediacara, que vivieron en la Tierra antes de la 'Explosión Cámbrica' de la vida animal moderna, eran una mezcla de raras criaturas, como Dickinsonia, y animales más avanzados como Kimberella que ya tenían algunas propiedades fisiológicas similares a las de los humanos y otros animales actuales", dijo el autor principal, el Dr. Ilya Bobrovskiy, de GFZ-Potsdam en Alemania.
Tanto Kimberella como Dickinsonia, que tienen una estructura y una simetría diferentes a todo lo que existe en la actualidad, son parte de la familia de la biota Ediacara que vivió en la Tierra unos 20 millones de años antes de la Explosión Cámbrica, un importante evento que cambió para siempre el curso de la evolución de toda la vida en la Tierra.
Imagen: El antiguo animal conocido como Kimberella. Crédito: Dr Ilya Bobrovskiy/GFZ-Potsdam
La biota de Ediacara realmente son los fósiles más antiguos lo suficientemente grandes como para ser visibles a simple vista, y son el origen de nosotros y de todos los animales que existen en la actualidad. Estas criaturas son nuestras raíces visibles más profundas", dijo el Dr. Bobrovskiy, quien completó el trabajo como parte de su doctorado en la ANU.
El coautor del estudio, el profesor Jochen Brocks, de la Escuela de Investigación de Ciencias de la Tierra de la ANU, dijo que las algas son ricas en energía y nutrientes y pueden haber sido fundamentales para el crecimiento de Kimberella.
"La comida rica en energía puede explicar por qué eran tan grandes los organismos de la biota de Ediacara. Casi todos los fósiles que llegaron antes de la biota de Ediacara eran unicelulares y de tamaño microscópico", dijo el profesor Brocks.
Imagen: El Profesor Jochen Brocks (izquierda) y el Dr. Ilya Bobrovskiy. Foto: ANU
Usando avanzadas técnicas de análisis químico, los científicos de la ANU pudieron extraer y analizar las moléculas de esteroles contenidas en el tejido fósil. El colesterol es el sello distintivo de los animales y así es como, en 2018, el equipo de la ANU pudo confirmar que la biota de Ediacara se encuentra entre nuestros primeros ancestros conocidos.
Las moléculas contenían firmas reveladoras que ayudaron a los investigadores a descifrar lo que comieron los animales antes de su muerte. El profesor Brocks dijo que la parte difícil fue diferenciar entre las firmas de las moléculas de grasa de las propias criaturas, los restos de algas y bacterias en sus entrañas, y las moléculas de algas en descomposición del fondo del océano que fueron sepultadas juntas en los fósiles.
"Los científicos ya sabían que Kimberella dejaba marcas de alimentación al raspar las algas que cubrían el fondo del mar, lo que sugería que el animal tenía intestino. Pero fue solo después de analizar las moléculas del intestino de Kimberella que pudimos determinar qué estaba comiendo exactamente y cómo digería los alimentos", dijo el profesor Brocks.
"Kimberella sabía exactamente qué esteroles eran buenos y tenía un avanzado y refinado intestino para filtrar el resto".
"Este fue un momento Eureka para nosotros; mediante el uso de sustancias químicas conservadas en los fósiles, ahora podemos hacer visibles los contenidos intestinales de los animales, incluso si el intestino se ha deteriorado desde hace mucho tiempo. Luego usamos esta misma técnica en fósiles más extraños como Dickinsonia para descubrir cómo se alimentaba y descubrimos que Dickinsonia no tenía intestino".
El Dr. Bobrovskiy recuperó en 2018 los fósiles de Kimberella y Dickinsonia de los acantilados cerca del Mar Blanco en Rusia, una parte remota del mundo hogar de osos y mosquitos.
La investigación se publica en Current Biology: Guts, gut contents, and feeding strategies of Ediacaran animals