Evolución convergente de adaptaciones ventrales para el enroscado en trilobites y euartrópodos existentes
Un equipo de biólogos evolutivos del Museo de Zoología Comparada y del Departamento de Biología Organística y Evolutiva de la Universidad de Harvard ha aprendido más sobre cómo se enroscaban los trilobites formando una bola basándose en un raro hallazgo en la colección del museo.
En su artículo el grupo describe cómo se encontró el espécimen único y cómo se estudió para aprender más sobre sus características.
Investigaciones anteriores han demostrado que muchas criaturas han desarrollado de forma independiente la capacidad de enroscarse en una bola como medio de protección contra los depredadores; la mayoría de estas criaturas, como los armadillos y las cochinillas, tienen un caparazón protector en el exterior de la bola.
Investigaciones anteriores también han demostrado que los trilobites (un tipo de diminuto artrópodo marino extinto hace mucho tiempo) también se enroscaban en bolas para evitar ser comidos pero, hasta la fecha, se ha encontrado muy poca evidencia sobre sus órganos internos debido a su naturaleza blanda; rara vez se conservó tejido no biomineralizado.
En este nuevo trabajo, el equipo de investigación encontró una manera de solucionar este problema cuando uno de los miembros del equipo descubrió una muestra enroscada con esternitos conservados (placas que recubren el estómago de los trilobites) en la colección del museo.
Imagen derecha: Las extremidades de los trilobites tenían forma de cuña en sección transversal, lo que permitía enroscar el cuerpo mientras encajaban cómodamente entre sí.
Intrigados por el hallazgo, los investigadores observaron más de cerca utilizando un escáner micro-CT, que les permitió estudiar el interior de la antigua criatura marina, que se había conservado en un deslizamiento de tierra hace cientos de millones de años. El escáner también proporcionó múltiples cortes de imágenes de los especímenes, lo que les brindó una vista nunca antes vista de un trilobites registrado con los esternitos aún intactos.
Al estudiar las imágenes, el equipo de investigación pudo ver con gran detalle cómo interactuaban las placas del estómago de la pequeña criatura con sus apéndices. Y eso les mostró que un trilobites habría tenido que flexionar todo su cuerpo para permitirle rodar, un movimiento que habría permitido que las placas se deslizaran una sobre otra, hasta bloquearse en su lugar.
"Estos fósiles nos brindan la primera visión clara de la organización tridimensional de los tejidos blandos de los trilobites, así como los primeros moldes de los trilobites en diferentes etapas de enroscado, lo que nos permitió ver realmente cómo movían sus apéndices y otras estructuras en orden al enroscado", dijo Sarah Losso, candidata a doctorado en el Departamento de Biología Organísmica y Evolutiva (OEB) de Harvard.
Los investigadores compararon lo que habían visto en las imágenes con imágenes similares de criaturas modernas enroscándose, como cochinillas y armadillos, y descubrieron que todos usaban mecanismos de bloqueo similares para permitir un enrollado apretado y seguro.
La investigación se ha publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B: Convergent evolution of ventral adaptations for enrolment in trilobites and extant euarthropods