El hallazgo arroja nueva luz sobre las cadenas alimentarias prehistóricas
Un nuevo estudio que muestra cómo una vaca marina prehistórica fue depredada no por uno, sino por dos diferentes carnívoros (un cocodrilo y un tiburón) está revelando pistas sobre las tácticas de depredación de las antiguas criaturas y la cadena alimentaria más amplia hace millones de años.
Los hallazgos marcan uno de los únicos ejemplos de una criatura que fue atacada por dos depredadores diferentes durante la época del Mioceno temprano al medio (hace 23 millones a 11,6 millones de años).
Se cree que la vaca marina dugongo, perteneciente al extinto género Culebratherium, fue atacada primero por el antiguo cocodrilo y luego carroñada por un tiburón tigre (Galeocerdo aduncus) en lo que hoy es el noroeste de Venezuela.
Las marcas de profundos y "llamativos" dientes concentrados en el hocico de la vaca marina sugieren que el cocodrilo intentó primero agarrar a su presa por el hocico en un intento de asfixiarla.
Imagen: Perforación directa causada por el impacto de un diente de cocodrilo sobre el rostro del animal. (Imagen: Marcelo Sánchez-Villagra/Jorge Carrillo-Briceño)
Otras dos grandes incisiones, con un impacto inicial redondo, muestran cómo el cocodrilo arrastró a la vaca marina y luego la desgarró. Las estrías y marcas de corte en los fósiles indican que el cocodrilo probablemente ejecutó un "giro mortal" mientras agarraba a su presa, un comportamiento comúnmente observado en los modernos cocodrilos.
Un diente de un tiburón tigre (Galeocerdo aduncus) encontrado cerca del cuello del fósil de la vaca marina, junto con marcas de mordedura de tiburón observadas en todo el esqueleto, muestran cómo los restos de la criatura fueron luego desmembrados por este carroñero.
Imagen: Una marca de mordedura de tiburón en el esqueleto de la antigua vaca marina descubierta en la Formación Agua Clara en Venezuela. (Imagen: Marcelo Sánchez-Villagra/Jorge Carrillo-Briceño)
El equipo de expertos de la Universidad de Zúrich, el Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles, así como de los institutos venezolanos Museo Paleontológico de Urumaco y la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, afirma que sus hallazgos se suman a la evidencia que sugiere que la cadena alimentaria, hace millones de años, se comportó de manera similar a la actual.
"Hoy en día, a menudo cuando observamos un depredador en la naturaleza, encontramos el cadáver de una presa que demuestra su función como fuente de alimento también para otros animales; pero los registros fósiles son más raros".
"No estamos seguros de qué animales habrían servido para este propósito como fuente de alimento para múltiples depredadores. Nuestras investigaciones anteriores han identificado cachalotes carroñeados por varias especies de tiburones, y esta nueva investigación resalta la importancia de las vacas marinas dentro de la cadena alimentaria", explica el autor principal Aldo Benites-Palomino, del Departamento de Paleontología de Zúrich.
"Si bien la evidencia de interacciones en la cadena alimentaria no es escasa en el registro fósil, en su mayoría están representadas por fósiles fragmentarios que exhiben marcas de ambiguo significado. Por lo tanto, suele ser un desafío diferenciar entre marcas de depredación activa y de carroñeo".
Imagen: El rostrum de la vaca marina con varias marcas de mordeduras de cocodrilo. (Imagen: Marcelo Sánchez-Villagra/Jorge Carrillo-Briceño)
"Nuestros hallazgos constituyen uno de los pocos registros que documentan múltiples depredadores sobre una sola presa y, como tal, proporcionan una visión de las redes de cadenas alimentarias en esta región durante el Mioceno".
El hallazgo del equipo se realizó en afloramientos de la Formación Agua Clara del Mioceno Temprano a Medio, al sur de la ciudad de Coro, Venezuela.
Entre los restos, encontraron un esqueleto fragmentario que incluía un cráneo parcial y dieciocho vértebras asociadas.
Al describir la excavación, el coautor, el profesor de Paleobiología Marcelo R. Sánchez-Villagra, explicó el descubrimiento como "notable", en particular por el lugar donde se descubrió, un sitio a 100 kilómetros de hallazgos fósiles anteriores.
"Nos enteramos de la existencia del yacimiento por recomendación de un agricultor local que había observado unas rocas inusuales. Intrigados, decidimos investigar", explica Sánchez-Villagra, director del Instituto y Museo Paleontológico de Zúrich.
"Al principio no conocíamos la geología del lugar y los primeros fósiles que desenterramos eran partes de cráneos. Nos llevó un tiempo determinar qué eran: cráneos fósiles de vacas marinas, que tienen un aspecto bastante peculiar".
Imagen: Impacto dental aislado sobre el hocico del sirenio. (Imagen: Marcelo Sánchez-Villagra/Jorge Carrillo-Briceño)
"Consultando mapas geológicos y examinando los sedimentos de la nueva localidad, pudimos determinar la edad de las rocas en las que se encontraron los fósiles. Para excavar el esqueleto parcial se necesitaron varias visitas al lugar. Logramos desenterrar gran parte de la columna vertebral y, como se trata de animales relativamente grandes, tuvimos que retirar una cantidad importante de sedimento".
"La región es conocida por la evidencia de depredación de mamíferos acuáticos, y un factor que nos permitió observar dicha evidencia fue la excelente conservación de la capa cortical del fósil, lo que se atribuye a los finos sedimentos en los que estaba incrustado".
"Tras localizar el yacimiento, nuestro equipo organizó una operación de rescate paleontológico, empleando técnicas de extracción con protección total de la carcasa. La operación duró aproximadamente siete horas y contó con la participación de un equipo de cinco personas trabajando en el fósil. La preparación posterior llevó varios meses, especialmente el meticuloso trabajo de preparación y restauración de los elementos craneales".
Los hallazgos han sido publicados en el Journal of Vertebrate Paleontology: Trophic interactions of sharks and crocodylians with a sea cow (Sirenia) from the Miocene of Venezuela