Las ballenas, focas y pingüinos de hoy en día también tienen glóbulos rojos inusualmente grandes
En la era mesozoica, hace unos 250 a 65 millones de años, una gran cantidad de reptiles poblaron los océanos. Los más exitosos fueron los plesiosaurios, que existieron aproximadamente al mismo tiempo que los dinosaurios. Los glóbulos rojos agrandados aseguraron su supervivencia. Esto fue descubierto por paleontólogos de la Universidad de Bonn y el zoólogo Kai R. Caspar de la Universidad de Duisburg-Essen (UDE).
¿Por qué aumentó el tamaño de los glóbulos rojos? Los científicos explican esto con el medio ambiente de los animales marinos. "Obviamente, el plesiosaurio se desarrolló primero en mar abierto después de que sus antepasados habían emigrado de las aguas costeras poco profundas a alta mar. En consecuencia, se adaptaron los procesos en sus cuerpos", dice Kai Caspar.
Los glóbulos rojos agrandados fueron ventajosos por sus inmersiones más largas y repetidas en mar abierto. "Cuanto más grandes son, más oxígeno puede unirse por célula", dice el biólogo.
Para su investigación, los científicos crearon delgadas secciones microscópicas de huesos fósiles de los plesiosaurios, grandes (antiguos) reptiles marinos, y los compararon con los de los antepasados costeros. "El patrón encontrado es inequívoco: al trasladarse a alta mar, el tamaño de las células sanguíneas de estos antiguos animales marinos aumentó rápidamente", resume el científico de la UDE.
Imagen: Cladograma de taxones incluidos en el estudio con información sobre ecología.
Desde una perspectiva evolutiva, este cambio obviamente sigue siendo útil. Las ballenas, focas y pingüinos de hoy en día también tienen glóbulos rojos inusualmente grandes, pero sus parientes cercanos en tierra y en agua dulce no. "Esto respalda nuestra suposición de que esta es una adaptación significativa de la vida marina de sangre caliente", dice Kai Caspar.
Los resultados de esta investigación se pueden leer en la revista internacional biocientífica en línea PeerJ: Hematological convergence between Mesozoic marine reptiles (Sauropterygia) and extant aquatic amniotes elucidates diving adaptations in plesiosaurs