Se está desarrollando una nueva comprensión de un antiguo leviatán en medio del desierto de Nevada
En medio de Nevada el desierto se eleva desde los restos de un antiguo lecho marino. Fragmentos de amonitas con caparazones en espiral se asoman de los racimos de enebro de Utah. Y en un gran montón fosilífero, los huesos de criaturas marinas gigantes provocan la pregunta de cómo tantos reptiles del tamaño de una ballena llegaron a ser enterrados aquí hace más de 200 millones de años.
En 1863, los buscadores que buscaban en el árido centro del estado Sagebrush encontraron plata. La ciudad de Berlin, Nevada, creció y explotó en la búsqueda del metal precioso, convirtiéndose en una colección de destartaladas casuchas y siniestros pozos mineros. Pero había algo más que encontraron los mineros: enormes huesos que no podrían haber venido de ningún animal que merodeara por el desierto.
Esos huesos pertenecían al Shonisaurus popularis, una especie de ictiosaurio o "pez lagarto", que alcanzaba los 15 metros de longitud, el tamaño de una ballena jorobada. Y en las colinas de lo que se convirtió en el Parque Histórico Estatal de Ictiosaurios de Berlin, había un montón de ellos.
En la década de 1950 fueron descubiertos hasta 40 individuos de Shonisaurus por el el paleontólogo Charles Camp, de la Universidad de California en Berkeley, tantos que en el lugar construyó una cabaña para explorar, excavar y catalogar los fósiles. La mayoría fueron enviados de regreso a Berkeley para su estudio, pero los esqueletos de la cantera más grande se cubrieron y se dejaron en su lugar.
Lo que sucedió exactamente en este lugar hace 217 millones de años ha confundido a los investigadores. Los expertos han propuesto de todo, desde una asfixiante floración de algas hasta un cefalópodo hiperinteligente que decoraba su guarida con huesos de ictiosaurios, un cuento fantástico basado en supuestos patrones en la forma en que se encuentran los huesos.
Los científicos todavía están trabajando en la cantera más grande para obtener respuestas sobre qué causó la muerte al mismo tiempo de al menos 10 Shonisaurus, apilados unos encima de otros como cachorros dormidos.
Neil Kelley, paleontólogo de la Universidad Vanderbilt de Tennessee, escuchó por primera vez sobre el sitio cuando recibió como regalo una de las camisetas exclusivas del parque. "Tuve la errónea impresión de que estaba hecho todo el trabajo en Berlin-Ictiosaurio", dice Kelley. Fue solo después que se asoció con el paleontólogo de la Smithsonian Institution, Nick Pyenson, que estaba usando tecnología de escaneo láser para comprender cómo se habían formado los enormes lechos de huesos de ballenas, que Kelley comenzó a pensar en el sitio del campamento.
Expertos adicionales se han unido a la búsqueda, incluida la estudiante graduada de paleontología Paige dePolo de la Universidad de Edimburgo en Escocia. "El Parque Estatal Berlin-Ictiosaurio me parece un hogar", dice dePolo, quien comenzó en el sitio su carrera paleontológica.
La reconstrucción de Kelley y dePolo de los pasos de Camp ya ha llevado a los científicos a reinventar el lugar del ictiosaurio en los mares del Triásico. El Shonisaurus, a pesar de algunas populares representaciones que lo proyectan con una desdentada y amigable sonrisa, no era un animal con el que quisieras saltar al agua.
Los animales marinos más grandes que existen son filtradores. Eso hizo que fuera fácil pensar que el Shonisaurus no tenía dientes. "El gran tamaño fue parte del concepto erróneo", dice Kelley. Pero los nuevos exámenes del montón de huesos han alterado esa imagen. "El Shonisaurus tiene grandes y puntiagudos dientes que están profundamente arraigados", dice dePolo.
Los investigadores sospechan ahora que el ictiosaurio era un depredador enorme, más parecido a un cocodrilo del tamaño de una ballena que a una ballena barbada. Kelley plantea la hipótesis de que el Shonisaurus era un depredador oportunista, que machacaba las conchas de amonites y se alimentaba de otros reptiles marinos.
Los hábitos carnívoros del Shonisaurus encajan con lo que los investigadores han ido aprendiendo poco a poco sobre el Triásico. Este fue el primer período en la historia de la Tierra en el que vertebrados marinos verdaderamente enormes se aprovecharon de otros. Eran comunes los grandes ictiosaurios carnívoros, y el Shonisaurus estaba entre los más grandes de todos.
Ser un oportunista aparentemente sirvió bien al Shonisaurus. Kelley dice que los ictiosaurios se han encontrado desde Alaska hasta México en restos de mares tropicales que a menudo albergaban arrecifes de coral. Pero nunca se encuentran en cantidades tales como en el Parque Histórico Estatal de Ictiosaurios de Berlin. Allí, el Shonisaurus supera en número a todos los demás vertebrados fosilizados.
La abundancia de Shonisaurus en el centro de Nevada y sus alrededores podría significar que este lugar era especial para los reptiles, dice Kelley. Quizás era un lugar para aparearse, dar a luz o migrar. Pensando en los océanos del Triásico, Kelley dice: "Me gusta imaginarme volando bajo y ... viendo cientos de miles de gigantes ictiosaurios moviéndose".