Enseñó hace siglos que cuando dañamos la naturaleza, nos dañamos a nosotros mismos
Los antiguos mayas creían que todo en el universo, desde el mundo natural hasta las experiencias cotidianas, era parte de una única y poderosa fuerza espiritual. No eran politeístas que adoraban a distintos dioses, sino panteístas que creían que los distintos dioses eran simplemente manifestaciones de esa fuerza.
Una de las mejores pruebas de ello proviene del comportamiento de dos de los seres más poderosos del mundo maya: el primero es un dios creador cuyo nombre aún es pronunciado por millones de personas cada otoño: Huracán. El segundo es un dios del rayo, K'awiil, de principios del primer milenio d.C.