Durante dos siglos fue el punto de desembarco exclusivo para los europeos en Japón
Durante más de dos siglos, desde el siglo XVI al XIX, Japón adoptó una estricta política que prohibía la entrada al país de extranjeros, especialmente europeos. Esta restricción también se extendió a los ciudadanos japoneses, impidiéndoles salir de la nación.
Este estricto enfoque, implementado durante el período Edo, tenía como objetivo frenar la expansión del cristianismo y proteger a la sociedad japonesa de las amenazas coloniales y religiosas percibidas de las naciones europeas. Las autoridades temían que tales influencias pudieran desestabilizar el poder del shogunato y perturbar la paz en el archipiélago.