En 1721 Levasseur se apoderó del galéon portugués Nossa Senhora do Cabo lleno de tesoros
El 7 de julio de 1730, el famoso pirata francés Olivier Levasseur afrontó sus últimos momentos en el cadalso. Sus crímenes, que habían infundido miedo en alta mar durante más de quince años, finalmente lo habían alcanzado. Sin embargo, fue su descarado saqueo del gran galeón portugués Nossa Senhora do Cabo lo que selló su destino.
El barco transportaba al obispo de Goa y al virrey de Portugal, y estaba cargado de tesoros que Levasseur se negó rotundamente a entregar. En cambio, se jactó de haberlos escondido, burlándose tanto de las autoridades como de la gente.
Momentos antes de que la soga del verdugo se apretara alrededor de su cuello, Levasseur sacó dramáticamente un collar, dentro del cual yacía un pequeño trozo de pergamino que contenía un criptograma con pistas sobre el paradero del tesoro. Con un grito, lo arrojó a la multitud, desafiando: "¡Que encuentre mi tesoro, el que pueda entenderlo!".
Así comenzó una leyenda que resonaría a través de los siglos, transmitida de generación en generación en las islas de Seychelles y La Reunión.
Olivier Levasseur nació en Calais en 1688 en el seno de una privilegiada familia burguesa. Gracias a su excelente educación, Levasseur podría haber llevado una vida respetable como arquitecto. Sin embargo, impulsado por la aventura y el encanto de los mares, abandonó esas perspectivas y se alistó como corsario de la corona francesa durante la Guerra de Sucesión española (1701-1714). En esta actividad, se apoderó de barcos de Gran Bretaña, el Sacro Imperio Romano Germánico y los holandeses, adquiriendo reputación de audacia y habilidad.
Tras la conclusión de la guerra, Levasseur se encontró bajo la tutoría del pirata inglés Benjamin Hornigold, bajo cuya tutela perfeccionó sus habilidades de liderazgo y marinería. A pesar de su fructífera asociación, la ambición de Levasseur le llevó a separarse de Hornigold en busca de mayores fortunas. Aventurándose a lo largo de la costa brasileña y por todo el Caribe, él y sus cohortes saquearon numerosos buques y embarcaciones, acumulando asombrosas riquezas con cada incursión exitosa.
Apodado 'La Buse' (El Gavilán) por sus rápidos e implacables ataques, Levasseur se convirtió en una figura formidable entre los piratas. Forjó alianzas con otros notorios bucaneros como Samuel Bellamy, Henry Jennings, Howell Davis, Thomas Cocklyn y Edward England, solidificando aún más su reputación como un atrevido y despiadado adversario en alta mar.
En 1721, Levasseur y su banda tropezaron con un fatídico premio: el galeón portugués Nossa Senhora do Cabo, también conocido como Virgem Do Cabo, anclado cerca de la isla Borbón (actual isla de Reunión). Tras capear una tempestad que obligó a la tripulación a tirar los 72 cañones por la borda para evitar volcar, el barco quedó vulnerable. Aprovechando la oportunidad, la tripulación de Levasseur subió a bordo sin disparar un solo arma y se llevó todo el botín.
Imagen: Galeón portugués
El botín que descubrieron estaba más allá de toda comprensión: un verdadero tesoro de riquezas. Entre el cargamento se encontraban las pertenencias personales del obispo de Goa y del virrey de Portugal, en camino desde la Iglesia Catedral Se a Portugal. Descrito por un historiador como una "casa del tesoro flotante", las bodegas del galeón rebosaban de preciosos lingotes de oro y plata, cofres llenos de guineas doradas, diamantes, perlas, sedas, obras de arte y reliquias religiosas. Entre estos tesoros brillaba la legendaria Cruz Ardiente de Goa, una majestuosa maravilla de dos metros de altura forjada en oro puro y adornada con rubíes, zafiros, esmeraldas y diamantes, que proyectaban una ilusión de llama perpetua.
La enormidad de la recompensa fue tal que los piratas apenas se molestaron en despojar a los pasajeros del barco de sus pertenencias personales, una desviación de su habitual modus operandi.
Al dividir el botín, cada pirata se vio enriquecido sin medida, con una parte que ascendía al menos a 50.000 libras esterlinas en guineas de oro y 42 diamantes cada uno. Levasseur y su camarada, John Taylor, reclamaron la mayor parte del oro, la plata y los restantes objetos, y Levasseur reclamó la codiciada cruz de oro.
Levasseur intentó retirarse tranquilamente en Seychelles, con la esperanza de disfrutar de las riquezas, pero su pasado lo alcanzó. Fue capturado y condenado a muerte. Mientras se enfrentaba a la horca, Levasseur hizo un último gesto dramático: arrojó un collar a la multitud que contenía un pergamino que supuestamente revelaba la ubicación de su tesoro escondido. Pero las instrucciones estaban cifradas.
Imagen derecha: El Criptograma de Olivier Levasseur.
La historia del tesoro de Levasseur y sus crípticas pistas surgió por primera vez en el libro de Charles de La Roncière de 1934, "Le Flibustier mysterieux: Histoire d'un trésor caché". Las fuentes contemporáneas, sin embargo, no mencionan el supuesto criptograma de Levasseur, el collar ni su desafiante proclamación desde el patíbulo. Esta ausencia ha llevado a los modernos historiadores de la piratería a descartar la leyenda como producto de la ficción del siglo XX.
Sin embargo, hay un hombre que cree que la leyenda es cierta. John Cruise-Wilkins, conocido localmente en la isla de Mahé, en las Seychelles, como el “Hombre del Tesoro”, lleva más de cuarenta años intentando descifrar el enigma. Su padre, Reginald Herbert Cruise-Wilkins, hizo lo mismo durante 27 años hasta su muerte en 1977.
Imagen: Reginald Cruise-Wilkins, el 'Hombre del Tesoro', buscó fortuna durante 27 años (Crédito: Helen Soteriou)
Cruise-Wilkins ha dedicado la mayor parte de su vida a intentar decodificar el criptograma, utilizando de todo, desde el griego, el hebreo, la astrología, la astronomía, la mitología y el ocultismo para romper el elaborado sistema de pistas. A través de un minucioso trabajo, reunió pistas que lo llevaron a creer que la ubicación del tesoro estaba intrincadamente ligada a un complejo acertijo inspirado en los legendarios 12 Trabajos de Hércules, y después de muchos años identificó el escondite del tesoro en la impresionante y pintoresca zona de Bel Ombre en la costa norte de Mahé.
John ha buscado en más de 40 acres alrededor del área de Bel Ombre, explorando grietas y cavernas, y descubriendo lo que cree que son marcas piratas en las rocas. También se han encontrado huesos, pistolas, balas de mosquete y estatuillas.
"He utilizado todo tipo de equipos: bombas de agua, perforadoras, martillos neumáticos, herramientas manuales, incluso excavadoras y voladuras en determinados momentos, [así como] los últimos equipos de detección de tesoros de Alemania", dijo a la BBC.
John cree que ahora está a centímetros del tesoro, habiendo identificado una caverna como el sitio del tesoro. Sin embargo, la entrada de la caverna está bloqueada por rocas y solo se puede acceder a ella a través de un túnel submarino. John también cree que el astuto pirata había colocado trampas explosivas sobre el tesoro.
El terreno donde John intenta excavar pertenece al gobierno y necesita una licencia para seguir buscando. Sin embargo, obtener este permiso vital conlleva un elevado precio (250.000 rupias), un obstáculo financiero que plantea un importante desafío para John.
Imagen: Tumba de Olivier Levasseur en Saint-Paul, Reunión. Crédito de la foto: Jöran Kortmann/Wikimedia Commons
John ya ha invertido mucho tiempo y esfuerzo en preparar el sitio para la excavación. Desde la reparación de muros de blindaje de roca hasta la construcción de senderos para el acceso a equipos, ha sentado meticulosamente las bases de su esfuerzo. Pero sin la licencia, su trabajo no podría comenzar. Sus esperanzas ahora descansan en la generosidad de un adinerado benefactor que comparte su convicción en la legitimidad de la leyenda. Con su apoyo financiero, John sigue siendo optimista de que conseguirá los medios para obtener la elusiva licencia y finalmente embarcarse en la excavación que puede descubrir el tesoro perdido hace mucho tiempo de Olivier Levasseur.