El gobierno ecuatoriano estableció unas brutales colonias penales en la isla de Isabela
Las Islas Galápagos son mejor conocidas por sus diversidad de flora y fauna. Las islas se hicieron famosas por Charles Darwin, cuya aguda observación en la isla, durante el viaje del Beagle, finalmente le llevó al desarrollo de su teoría de la selección natural y la evolución. Hoy en día, las islas y sus aguas circundantes son un parque nacional protegido y una reserva biológica marina, y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pero las islas también tiene una oscura historia.
En 1832 las islas Galápagos fueron anexadas por el coronel Ignacio Henandez y el archipiélago se convirtió en parte de la República de Ecuador. Poco después, se establecieron en la isla colonias penales debido a su lejanía y aislamiento de la parte continental que hacía todo tipo de escape casi imposible. Prisioneros de la parte continental fueron trasladados a las islas y se vieron obligados a trabajar en los campos agrícolas. Los primeros colonos fueron soldados exiliados enviados lejos de casa por participar en un fallido golpe de Estado en el continente. Pero las terribles condiciones de vida resultaron en varias revueltas y, en 1952, el asentamiento había fracasado.
Se hicieron varios intentos para establecerse en las Islas Galápagos, pero ninguno tuvo éxito. Manuel J. Cobos, quien trajo prisioneros y trabajadores contratados para trabajar en sus campos de caña de azúcar y plantaciones de café, fue asesinado por sus propios trabajadores. Otro, José Valdizán, que obtuvo un contrato de 12 años por parte del gobierno de Ecuador para extraer orchilla de Galápagos, murió durante un levantamiento en 1878.
Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno ecuatoriano estableció otra brutal colonia penal en la isla de Isabela. En 1946 fueron trasladados a Isabela 300 presos y se vieron obligados a construir un inútil muro de piedra como una forma de castigo. Los presos tenían que caminar largas distancias hasta la cantera, cortar grandes rocas volcánicas y luego llevarlas de nuevo al sitio. Muchos prisioneros murieron en el sufrimiento. Por último, en 1958, los prisioneros se rebelaron lo que condujo al asesinato de los guardias y la muerte de muchos prisioneros. El gobierno cerró la colonia penal de Isabela un año después.
Los restos de la inútil muralla, de unos 100 metros de largo, todavía se pueden ver hoy cerca de Puerto Villamil, de pie como testimonio de un período de crueldad y tortura. Ha sido nombrado el "Muro de las Lágrimas".