Las sirenas taxidérmicas pueden haber sido originalmente construidas como talismanes
Mucho antes de que Mary Shelley escribiese Frankenstein, los pescadores japoneses improvisaron los más feos monstruos con forma sirena que hayas visto.
A las personas que hacían cola fuera de una sala de conciertos de la ciudad de Nueva York en el verano de 1842 se les había prometido una auténtica maravilla, una sirena de los Mares del Sur. Los anuncios muestran a tres bellezas de pelo largo y colas de pez tendidas seductoramente en una roca salpicada por las olas.
En el interior, los espectadores encontraron algo completamente diferente: una sirena conservada, marchitada y grotesca, con mechones de pelo que brotaban de una cabeza ósea. Sus labios se dibujaban tras una boca entreabierta llena de afilados dientes, y sus brazos y delgadas manos se plegaban hacia una cara que parecía congelada de horror. Debajo del medio torso de su esqueleto, su cuerpo era como el de un pez, con escamas y múltiples aletas. La sirena posaba en posición vertical sobre su cola curvada, llegando a alrededor de la altura de la rodilla.
Fue anunciada como la sirena de Feejee, y la exhibición fue bastante rentable para el showman y empresario americano de museos P. T. Barnum. A mediados de la década de 1800, Fiji (o Fejee) era popularmente visto por los occidentales como un lugar excitante de salvajismo, caníbales, cazadores de cabezas y, de acuerdo con Barnum, de sirenas como duendes. Antes de la exposición, había difundido en periódicos informes de avistamientos de sirenas para fomentar el interés. El showman incluso presentó a un falso experto del igualmente falso Liceo Británico de Historia Natural para atestiguar que la sirena era verdadera.
Ella no lo era.
La sirena de Fejee era casi con toda seguridad un animal de engaño japonés llamado ningyo o "persona de pescado" - construido décadas antrás para la exhibición entre otras curiosidades en un misemono, una popular combinación de feria y show en el Japón de los siglos XVII al XIX. Probablemente fuese comprado por un marinero o un comerciante de los Países Bajos a principios de 1800, cuando los holandeses eran los únicos occidentales a los que se permitía el acceso al país.
En 1822 la figura estaba en exhibición en Londres a un chelín por visita. El negocio se vino a bajo cuando un cirujano declaró que no era más que una inteligente taxidermia, el cuerpo de un pez unido a la cabeza y el torso de un orangután. El público estadounidense, o bien no supo o no se preocupó por el veredicto del cirujano, y probablemente la sirena se mantuvo en exhibición en el Museo Americano de Barnum hasta que el lugar se quemó en la década de 1860.
No está claro si el engaño con respecto a la autenticidad de la sirena de Fejee y otras como ella se originó en los artesanos japoneses que vendían sus fabricaciones o en los extranjeros, aunque la gente de mar ya tenía una larga tradición en malinterpretar - o directamente exagerar - las extrañas criaturas que encontraron.
Los marineros metamorfosearon al pez remo en serpiente marina, a los calamares en krakens, a las ballenas en leviatanes... Los "avistamientos" de sirenas eran probables destellos de manatíes o dugongos. La gente de mar las vió alternativamente como bellezas medio humanas o monstruos premonitorios (tal vez revelando dos fuerzas dominantes de la psique de los marinos: deseo y miedo). En 1493 Cristóbal Colón pudo haber quedado consternado al informar que las tres sirenas que vio cerca de Haití tenían caras de hombres.
La sirena de Fejee y sus parientes eran las más feas de todas. Aún así, las sirenas japoneses fueron consideradas mágicas. En una famosa historia, una niña comió carne de sirena sin saberlo y vivió durante al menos 800 años. Los tritones - objetos duales por ellos mismos, tanto familiares como extranjeros - eran, como explica el experto folclórico japonés Michael Dylan Foster de la Universidad de California, Davis, a menudo considerados desafortunados o afortunados, o ambos, una profecía del futuro y, al mismo tiempo, un encantamiento contra ella.
Las sirenas taxidérmicas pueden haber sido originalmente construidas como talismanes o simplemente eran una manera de entretenerse los pescadores y ganar dinero extra. De cualquier manera, en el siglo XIX las sirenas y tritones japoneses se hicieron populares entre los occidentales, cuando se puso de moda amasar enormes colecciones de cualquier cosa desde huesos humanos a exóticas rarezas. Después que Japón abrió sus puertas al mundo en 1853, se construyeron sin duda muchos tritones puramente para la venta a ricos coleccionistas extranjeros, que por lo general no tenían ningún conocimiento o interés en la mitología y las tradiciones detrás de ellos.
Hoy en día los tritones de los coleccionistas, a menudo llamados peces mono, residen en los museos. El Museo Horniman de Londres tiene un tritón, y el Museo de Buxton en el norte de Inglaterra tiene una sirena, ambos adquiridos por el voraz coleccionista Sir Henry Wellcome.
En 2010, Paolo Viscardi, un conservador de historia natural en el Horniman, echó un vistazo más de cerca al tritón. La primera sorpresa: no había ningún mono en el pez mono. La doble hilera de dientes de la figura habían venido de un pez y, con rayos X y tomografía computarizada, mostró que la cabeza, el torso y los brazos eran totalmente artificiales. Habían sido construidos en un marco de madera y alambre, dándoles forma con barro, cuerdas y tela, y acabados con una capa de papel mâché. La sección de la cola era de madera, arcilla y tela cubierta con piel de pescado real, probablemente de una carpa.
Viscardi y la conservadora afincada en Buxton, Anita Hollinshead, dirigieron su atención a la sirena. También fue construida en un marco de madera y alambre, abultado hacia fuera con un paño, y forrada con papel mâché. Su cola estaba cubierta de piel de pescado en conserva. Los dientes fueron tallados de hueso, los ojos posiblemente hechos de conchas, el cabello era humano, y cada dedo tenía una pequeña uña cuidadosamente tallada.
Los conservadores no han sido capaces de realizar todavía un seguimiento de las figuras de vuelta a sus orígenes exactos. Viscardi dice que el tritón de Horniman quizás se adapte al estilo de las figuras producidas después que Japón abrió sus puertas a Occidente y puede datar de la década de 1860. La sirena de Buxton es menos gárgola que la mayoría de las sirenas japoneses. Hollinshead determinó que había venido de Sierra Leona en el siglo XIX, y dice que es posible que ella represente a Mami Wata, una espíritu del agua en África. O África podría haber sido simplemente una estación en el largo viaje de la sirena desde Japón.
Las sirenas siguen siendo populares en Japón, pero los ideales modernos de la cultura occidental se han filtrado gradualmente en el transcurso del tiempo y arrancaron sus puntiagudos dientes. Las sirenas retratados hoy en el manga y el anime, sin dejar de ser criaturas de la dualidad, son más de La Sirenita de Disney que de la extraña sirena de Fejee de Barnum.