También se le llama a veces el cangrejo Samurai
En un pequeño parque junto al mar, cerca del puente de Kanmonkyo, en la ciudad japonesa de Shimonoseki, hay dos estatuas de bronce que representan a dos guerreros samurai enzarzados en un mortal combate. Las estatuas están flanqueadas por réplicas de cañones y barcos. El monumento conmemora una histórica batalla que tuvo lugar en esta zona hace más de ocho siglos.
Era el año 1185. Dos poderosas flotas, una compuesta por el clan Heike, los gobernantes imperiales de Japón, y la otra por los Minamoto, que luchaban por el control del trono, se enfrentaron una mañana de abril en la pequeña bahía llamada Dan-no-ura en el mar interior de Japón.
En la feroz batalla que siguió, cientos de guerreros samurai perdieron la vida y sus cuerpos se deslizaron entre las olas hasta el fondo del mar. Al final del día, el clan Minamoto salió victorioso. Los Heike fueron derrotados y su emperador de 6 años fue ahogado por su abuela para evitar su captura. Minamoto no Yoritomo se convirtió en el primer shōgun, o comandante del ejército, de Japón.
La batalla de Dan-no-ura dio lugar a muchas leyendas, la más extraña de las cuales implica un a cangrejo. Este cangrejo tiene un distintivo caparazón con un patrón que se asemeja vagamente a la cara enojada de un samurai. La historia dice que cuando los guerreros de Heike murieron y se hundieron, sus almas fueron transferidas a los cangrejos y sus nudosos rostros fueron grabados para siempre en la espalda del cangrejo. El cangrejo se llama Heikegani o el cangrejo de Heike. A veces, también se llama el cangrejo Samurai.
El famoso astrónomo y escritor estadounidense Carl Sagan especuló una vez que la semejanza se debía a la selección artificial. Sagan propuso que los pescadores que pescaban en las aguas de Japón devolvían al agua los cangrejos cuyas conchas parecían una cara de samurai por respeto a la caída tribu de Heike. Esto preservó el ADN de los heikegani con rostros parecidos a los samurai, mientras que adelgazaba la línea genética de los que no.
Sin embargo, los cangrejos de Heike son diminutos - unos cuatro centímetros - y nadie los comía, y así que los pescadores solían tirarlos de las redes. Además, se han encontrado cangrejos con conchas humanas en todo el mundo.
Los pliegues y curvas que se asemejan a una cara de samurai gruñendo son en realidad los puntos donde los músculos se unen al caparazón. Simplemente se parecen a la cara de un Samurai enojado, gracias a nuestra capacidad innata para encontrar rostros en objetos aleatorios - un fenómeno llamado pareidolia.