"Un telégrafo electromagnético atmosférico, conducido por el instinto animal"
Algunos animales tienen la capacidad instintiva de predecir los cambios del tiempo. Las ranas croan cuando se acerca una tormenta, los pájaros vuelven a sus nidos, las vacas, las ovejas y las hormigas se ponen inquietas.
George Merryweather, un médico e inventor inglés del siglo XIX, observó que las sanguijuelas medicinales con las que solía trabajar se comportaban de manera diferente cuando el clima empeoraba.
Alojada en pequeños frascos de vidrio con agua, la sanguijuela permanecía relajada en el fondo cuando el clima era bueno, pero varias horas antes de que el cielo se nublara y comenzara a soplar el viento, la sanguijuela mostraba signos de agitación. Si se acercaba la lluvia, salía del agua y, si se avecinaba una tormenta, la sanguijuela se enroscaba formando una bola y permanecía así durante todo el tiempo. Una vez que el tiempo se calmaba, la sanguijuela regresaba al fondo de la botella.
El Dr. Merryweather decidió aprovechar esta energía física de las sanguijuelas construyendo un aparato de predicción de tormentas que describió como "un telégrafo electromagnético atmosférico, conducido por el instinto animal", pero prefirió llamarlo por su nombre más corto: Pronosticador de Tempestades (Tempest Prognosticator en inglés).
El "Pronosticador de Tempestades" consistía en doce botellas de vidrio de una pinta, cada una de las cuales contenía una sanguijuela viva en aproximadamente una pulgada y media de agua. La parte superior de la botella de vidrio tenía un trozo de hueso de ballena colocado de forma suelta en el cuello de la botella y conectado mediante cables a un pequeño martillo colocado para golpear una gran campana de metal. Las doce botellas estaban dispuestas en forma circular alrededor de la campana de metal.
Imagen: Una réplica del Tempest Prognosticator en el Museo de Whitby, Whitby, Reino Unido. Crédito de la foto: Badobadop/Wikimedia
Cuando se acercaba una tormenta, los cambios de presión atmosférica hacían que las sanguijuelas salieran del agua y se metieran en el cuello de las botellas, donde desprendían el hueso de ballena y hacían sonar la campana situada en la parte superior del dispositivo. Cuando sonaban varias campanas seguidas se "pronosticaba" una tormenta.
En un ensayo que describe el aparato, Merryweather señaló que las sanguijuelas, a las que se refirió como el "jurado de consejeros filosóficos", fueron colocadas en botellas de vidrio en un círculo para evitar que sintieran "la aflicción del confinamiento solitario".
Merryweather pasó más de un año en 1850 probando el dispositivo y envió una carta al presidente de la Sociedad Filosófica y del Instituto Whitby cada vez que su jurado de sanguijuelas predecía una tormenta. Más tarde, Merryweather presionó al gobierno para que utilizara su diseño en la costa británica, pero el gobierno decidió utilizar en su lugar el cristal de tormenta de Robert FitzRoy.
El Pronosticador de Tempestades de Merryweather no tuvo el éxito que él esperaba. Incluso se perdió el instrumento original exhibido en la Gran Exposición de 1851. Actualmente, se puede ver una réplica de la máquina de predicción meteorológica en el Museo de la ciudad de Whitby.