La malaria se sigue cobrando hasta un millón de vidas cada año, la mayoría de ellas niños
La malaria es un antiguo flagelo, pero todavía está dejando su huella en el genoma humano. Y ahora, los investigadores han descubierto rastros recientes de adaptación a la malaria en el ADN de personas de Cabo Verde, una nación insular frente a la costa africana.
Cabo Verde, un archipiélago de diez islas en el Océano Atlántico a unas 385 millas de la costa de Senegal, estuvo deshabitado hasta mediados del siglo XV, cuando fue colonizado por marineros portugueses que trajeron consigo africanos esclavizados y los obligaron a trabajar la tierra.
Los africanos que fueron llevados por la fuerza a Cabo Verde portaban una mutación genética, de la que carecían los colonos europeos, que evita que un tipo de parásito de la malaria conocido como Plasmodium vivax invada los glóbulos rojos. Entre los parásitos de la malaria, Plasmodium vivax es el más extendido y pone en riesgo a un tercio de la población mundial.