Al no conocer dónde se reproducía, los antiguos pensaban que se generaban de los percebes
En los días previos en que se averiguó que las aves migran, los antiguos eruditos se afanaron por explicar por qué algunas especies de aves aparecían y desaparecían a medida que cambiaban las estaciones. Era inimaginable la idea de que estas pequeñas criaturas emplumadas podían viajar miles de kilómetros en busca de comida y calor. Pero la noción no era del todo desconocida.
El escritor griego Homero creía que las grullas volaban hacia el sur en invierno para luchar contra los pigmeos de África, una fábula que repite el naturalista romano Plinio el Viejo. Según Plinio, estos pigmeos luchaban contra las grullas con flechas mientras estaban montados en cabras y carneros. Aristóteles sugirió que la pequeña golondrina evitaba la tensión de la migración al hibernar en el suelo. Estos mitos se mantuvieron vivos durante siglos.
















