Evolucionaron a partir de pequeños ancestros terrestres hace unos 50 millones de años
Una nueva investigación publicada en Scientific Reports revela los genes que probablemente permitieron que las ballenas crecieran hasta alcanzar tamaños gigantes en comparación con sus antepasados. Los hallazgos resaltan el papel de cuatro genes (llamados GHSR, IGFBP7, NCAPG y PLAG1) y sugieren que promueven grandes tamaños corporales mientras mitigan los efectos potencialmente negativos, como un mayor riesgo de cáncer.
Las ballenas, los delfines y las marsopas (conocidos como cetáceos) evolucionaron a partir de pequeños ancestros terrestres hace unos 50 millones de años, pero algunas especies se encuentran ahora entre los animales más grandes que han existido.
La recolonización del ambiente acuático fue seguida por muchas modificaciones morfológicas y fisiológicas, como cuerpos aerodinámicos, pérdida de vello corporal para reducir la fricción durante la natación, reducción de los sistemas olfatorio y gustativo y pérdida de las patas traseras. Actualmente existen aproximadamente 86 especies de cetáceos, y estos animales se dividen en dos grupos: odontocetos (ballenas dentadas) y misticetos (ballenas con barbas que permiten la filtración del alimento).
Una característica notable de los cetáceos es el gran tamaño de varias especies. Por ejemplo, la ballena azul (Balaenoptera musculus) es el animal más grande que se sabe que ha existido, mide 30 m de largo y pesa más de 150 toneladas. Además, el cachalote (Physeter catodon) puede alcanzar hasta 20 m y es el animal dentado más grande que existe en la actualidad. Varios otros cetáceos son conocidos por sus grandes cuerpos, como el rorcual común de 25 m de largo (Balaenoptera physalus), la ballena jorobada de 19 m de largo (Megaptera novaeangliae), la ballena de Groenlandia de 17 m de largo (Balaena mysticetus) y la ballena de Groenlandia de 15 m de largo ballena gris (Eschrichtius robustus).
Sin embargo, el gigantismo puede traer desventajas biológicas, como un menor rendimiento reproductivo y mayores posibilidades de enfermedades como el cáncer, y no ha quedado claro qué papel han jugado los diferentes genes en la conducción del gigantismo en las ballenas.
Mariana Nery de la Universidade Estadual de Campinas-UNICAMP y sus colegas realizaron un análisis evolutivo molecular en nueve genes candidatos: cinco genes (GHSR, IGF2, IGFBP2, IGFBP7 y EGF) del eje hormona de crecimiento/factor de crecimiento similar a la insulina, y cuatro genes (NCAPG, LCORL, PLAG1 y ZFAT) que están asociados con un mayor tamaño corporal en animales con pezuñas como vacas y ovejas, que son parientes lejanos de las ballenas.
Imagen: El árbol de especies utilizado en este estudio ilustra el grupo de cetáceos gigantes y los otros mamíferos incluidos en nuestro conjunto de datos. En rojo, selección de ramas ancestrales que dan origen al gigantismo.
Evaluaron estos genes en 19 especies de ballenas, incluidas 7 especies que tienen una longitud corporal de más de 10 metros y se consideran gigantes: el cachalote, la ballena de Groenlandia, la ballena gris, la ballena jorobada, la ballena franca del Pacífico Norte, la ballena de aleta y la ballena azul.
Los autores encontraron una selección evolutiva positiva para los genes GHSR e IGFBP7 en el eje hormona del crecimiento/factor de crecimiento similar a la insulina, y para los genes NCAPG y PLAG1. Esto indica que estos cuatro genes probablemente estuvieron involucrados en el aumento del tamaño corporal entre las ballenas gigantes, según los autores.
Además, GHSR controla aspectos del ciclo celular e IGFBP7 actúa como un supresor en varios tipos de cánceres, lo que en conjunto puede contrarrestar algunas de las desventajas biológicas que conlleva el gran tamaño corporal.
Artículo científico: The molecular evolution of genes previously associated with large sizes reveals possible pathways to cetacean gigantism