Una población de orcas frente a las islas Crozet en el Océano Antártico se están aprovechando del bacalao capturado en las líneas de pesca para reproducirse con más éxito, informa la revista Animal Conservation
Las orcas (Orcinus orca) no reciben su nombre porque sean tranquilos herbívoros. Son los principales depredadores marinos, y como especie se alimentan de una gran variedad de criaturas desde peces, aves marinas, hasta mamíferos marinos - incluyendo otras ballenas. Son animales muy inteligentes, de larga vida, con complejas dinámicas y tradiciones sociales que varían de un grupo a otro. En otras palabras, tienen cultura. Y cada familia de orcas se organizan en sociedades de acuerdo con la relación materna y tiene sus propias costumbres y maneras de sobrevivir. Esas costumbres se transmiten de un individuo a otro, al igual que la cultura humana.
Durante los últimos 50 años así como la caza de ballenas en sí ha sido prohibida en casi todo el mundo, la sobrepesca ha afectado a las poblaciones de orcas. Esto se debe a que la disponibilidad de presas es un factor crítico para determinar la viabilidad de la población a largo plazo de depredadores superiores como las orcas. En otras palabras, más comida significa más bebés. La mayoría de las hembras empiezan a reproducirse alrededor de los 10 años y, cuando los recursos son abundantes, dan a luz a una cría aproximadamente cada 5-6 años hasta que pasan por la menopausia. Incluso después de dejar la reproducción se cree que las orcas hembras pueden vivir más de 90 años.
Pero la sobrepesca no es el único modo en que los seres humanos pueden afectar a las poblaciones de orcas. Resulta que la pesca en sí puede influir en su rendimiento reproductivo y, a veces, para mejor. Debido a que es aún mejor - para los depredadores - cuando no tienen que trabajar tan duro para cazar su comida. En su lugar, la roban.
Eso es lo que están haciendo por lo menos las orcas cerca de las islas Crozet , un archipiélago en el Océano del Sur entre África y la Antártida. Antes de 1996 las orcas estaban solas, pero ese año se estableció en esa área una importante pesquería de bacalao de profundidad. Con el tiempo, algunos grupos de orcas aprendieron a arrebatar peces de los palangres. Debido a que los grupos que aprendieron a comer los peces tenían un suministro prácticamente inagotable de alimento que no requía ningún esfuerzo para cogerlo, los individuos de esas familias, en teoría, deberían haber sido reproductivamente más éxitosos que los que tenía que trabajar para su sustento.
Para averiguar si la teoría era cierta, un grupo de investigadores franceses dirigidos por Paul Tixier observó grupos de orcas ladronas de palangres y familias orca no ladronas cercanas durante diez años, desde 2003 hasta 2012. Esa cantidad de datos les permitió estimar estadísticamente la probabilidad reproductiva de 21 hembras individuales.
Como era de esperar encontraron una relación positiva entre la capacidad de reproducción y la depredación de palangre. Más específicamente, aquellas hembras que robaban el bacalao enganchado en los palangres tenían un 4% más probabilidades de tener con éxito un ternero al año siguiente que las que no lo hicieron. El cuatro por ciento puede parecer poco, pero para una especie de larga vida como las orcas, puede sumar. Aunque se han observado antes las correlaciones entre la disponibilidad de alimentos y la fecundidad de las orcas, Tixier y sus colegas creen que el suyo es el primer estudio que documenta una correlación entre las fuentes de alimentos artificiales proporcionados por la pesca, y la dinámica de poblaciones de mamíferos marinos.
A lo largo de su estudio, Tixier y sus colegas calcularon que las orcas de Crozet engullían aproximadamente el 17,7% de la cantidad total de bacalao capturado en palangres, lo que equivale a unas 116 toneladas de biomasa al año. En 2012, una sola familia fue responsable de más de la mitad de los palangres depredados ese año, lo que significó que acabó con al menos 431.520 anzuelos y un máximo de diez toneladas de bacalao de profundidad para cada uno de los cinco individuos dentro de esa familia y ese año solamente.
Aún más impresionante, las orcas sólo interactuaban con las pesquerías de palangre un promedio de dos semanas cada año, por lo que la mayor parte de su alimentación proviene de otras fuentes. Aún así, el impulso adicional de alimentos de los palangres parece permitir a esas manadas una ligera ventaja reproductiva.
"Los niveles de depredación reportados en la zona económica exclusiva de Crozet están entre la más grande jamás registrada para un tipo similar de depredación en el mundo, y causan pérdidas económicas a las empresas pesqueras", escriben los investigadores. Y esas pérdidas podrían aumentar a medida que las poblaciones de ballenas en todo el mundo continúan recuperándose de una historia de caza de ballenas, y como sus fuentes de alimentos, como el pescado y los pinnípedos, también se recuperan.
Los hallazgos sugieren que las actividades humanas en forma de pesquerías de palangre tienen el potencial de afectar seriamente los datos demográficos de los depredadores de larga vida como las orcas. Las medidas de conservación por lo general están destinadas a cubrir toda la población, en lugar de grupos sociales individuales. Pero esta investigación sugiere que las diferentes líneas maternas, incluso dentro de una misma población, pueden tener muy diferentes historias de vida y tradiciones de alimentación, y por lo tanto pueden requerir diferentes estrategias de conservación.
Ese tipo de patrones deben ser tenidos en cuenta al examinar de manera similar las medidas de conservación para los depredadores de larga vida altamente sociales tanto allí como en otras partes del mundo.
Artículo científico: Influence of artificial food provisioning from fisheries on killer whale reproductive output