En las Islas Columbretes, Tenerife o Fuerteventura hay avistamientos frecuentes
El rorcual común, cachalotes, delfines o calderones son habitantes de sus aguas
El ser humano siempre se ha sentido fascinado por los cetáceos. Misteriosos, inteligentes, bellos y tremendamente plásticos, capaces de ejecutar piruetas imposibles en el aire desafiando la gravedad abandonando por unos segundos su medio natural, estos mamíferos que pueblan los océanos mantienen aún una relación de amor-odio con el hombre que pone en peligro su existencia.
El avistamiento de cetáceos en nuestras islas, tanto en Canarias como en Baleares, es uno de los atractivos que se ofrece cada vez más a los visitantes.
Tenerife es la base para la gran mayoría de las excursiones para ver cetáceos en Canarias. Muchos barcos para observación de ballenas parten de Los Cristianos y Colón, cerca de la playa de las Américas, en el extremo meridional de Tenerife, accesible a través de dos aeropuertos internacionales.
Tenerife es también uno de los pocos lugares del mundo que ofrece observación de cetáceos durante todo el año y, desde mediados de 1990, junto con el sur de Nueva Inglaterra y Quebec es una de las tres zonas más populares del planeta en este sentido.
El seguimiento y estudio de los cetáceos varados junto a las campañas de avistamiento han permitido identificar hasta el momento 28 especies de cetáceos en las Islas Canarias. Esta riqueza parece deberse a una combinación de características físicas y biológicas atractivas para estas especies, como una topografía que les facilita el encuentro con sus presas.
Sus tamaños varían desde menos de 2 m. en el delfín moteado, hasta los casi 30 m. del rorcual azul o ballena azul. Algunos de ellos viven alli de forma permanente, los llamados residentes, mientras que otras especies frecuentan esas aguas de forma estacional.
Las aguas cálidas y profundas en torno a Tenerife tienen una población residente de como mínimo 500 calderones tropicales (de un tamaño entre un delfín mular y una orca), y con un comportamiento intermedio a ambos, son animales que viven en grupos familiares compactos. Es facil ver su típica cabeza bulbosa, sus aletas pectorales en forma de gancho y sus cuerpos largos en las aguas transparentes mientras nadan justo por debajo de la superficie antes de la inmersión en busca de calamares. A una hora de la salida del puerto es posible ver también delfines mulares.
La observación de cetáceos (sobre todo delfines) ha llegado hace poco a Gomera, Lanzarote y Gran Canaria. Hay salidas en velero en busca de cachalotes y diversos zifios desde Gomera y Lanzarote.
Por su rareza y singularidad, entre las ballenas y delfines más frecuentes en Canarias destacan cachalotes, zifios, calderones y delfines mulares
En este enlace podéis ver un poster con los cetáceos de las islas Canarias
Es de destacar que el Cabildo de Fuerteventura viene trabajando desde hace años en un proyecto de recuperación de esqueletos de varias especies de cetáceos que han varado en el litoral insular, unos por cuestiones puramente naturales y otras, por la acción del hombre, como las maniobras navales Neotapón 2002 o las Majestic Eagle 04 que provocaron un masivo varamiento de estos mamíferos marinos.
El objetivo de la institución insular no es otro que exponer estas estructuras óseas por su gran valor educativo y científico que permitirá aumentar y promover el conocimiento público sobre la gran diversidad de especies de cetáceos presentes en las costas insulares, sin olvidar que su exposición al aire libre puede ser también un atractivo turístico.
Para conseguir este proyecto, el Cabildo de Fuerteventura trabaja en la creación de la Senda de los cetáceos, que prevé la instalación de cerca de una docena de esqueletos para exponerlos como esculturas de la naturaleza en homenaje a los cetáceos de Canarias, con la intención de que estas obras naturales queden integradas en un paisaje que les pertenece por derecho, a la orilla del mar.
La restauración y el montaje de las estructuras óseas se han venido desarrollando por parte de un equipo de especialistas dirigidos por el profesor Manuel Carrillo, fundador y presidente de Canarias Conservación, que lleva dedicando su vida al estudio de la fauna marina y a la conservación de los recursos naturales de las islas.
Hasta el momento se han instalado dos esqueletos, uno en las Salinas del Carmen, que procede de una hembra de rocual común de 19 metros de longitud, y el otro, los restos de un cachalote de 15 metros, se encuentra instalado en la avenida del Saladar de Jandía.
El rorcual común es el segundo animal más grande del planeta, tras otra ballena, la ballena azul. Puede alcanzar los 27 m de longitud y presenta una distribución cosmopolita, encontrándose desde aguas polares a tropicales, y tanto en aguas litorales como oceánicas, aunque prefiere aguas profundas más allá de la plataforma continental. Llama la atención que pese a su tamaño es uno de los cetáceos más rápidos, pudiendo llegar a máximos de velocidad de 40 km/h.
El rorcual común realiza grandes migraciones en nuestro mar y se dirige en estas fechas hacía sus zonas de alimentación en el Mediterráneo noroccidental, dónde pasará el verano, para volver de nuevo hacia el sur antes de que comience el invierno. Esta ruta migratoria, principalmente la que se realiza en estas fechas, se localiza al este de las Islas Columbretes.
Desde las islas es relativamente habitual avistar estas ballenas durante sus migraciones, aunque el paso, por lo general, lo realizan fuera de los bordes de la reserva. Excepcionalmente, algunos años, como ha ocurrido éste, algunos ejemplares migran más cercanos a Columbretes, llegando a pasar incluso entre sus islas.
Belenguer et al. (2005) analizaron los datos de avistamientos en Columbretes durante 10 años (1996-2005), obteniendo resultados que muestran claramente la estacionalidad de las observaciones relacionadas con las migraciones de esta ballena. En este sentido, se reseña como época habitual de avistamiento en Columbretes los meses de febrero a mayo y principalmente entre marzo y abril.
La media de tamaño de los grupos de rorcuales observados durante este periodo fue de 2,7 individuos, llegándose a máximos de 13 ejemplares en abril de 1996. La distancia media del paso respecto a L’Illa Grossa es de 4 millas, es decir fuera de la reserva marina, por lo que avistamientos tan cercanos como el de este año son excepcionales.
Acaba la nota diciendo que cabe reseñar la alta presencia de zooplancton en la reserva marina durante esas semanas. Estas ballenas pueden modificar sus rutas según la disponibilidad de alimento, por lo que años ricos en zooplancton en la zona podrían acercarlas a las Columbretes.
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