La orca descendió a 1.087 metros para robar una comida
Grandes buques factoría llegan de todo el mundo (Gran Bretaña, Noruega, Chile, Nueva Zelanda, España) en busca de merluza negra patagónica*, la captura más lucrativa en el tormentoso Océano Atlántico meridional. Esperando su llegada a Georgia del Sur y las islas Sandwich del Sur están dos molestos competidores: las orcas y los cachalotes. Estos oportunistas cazadores han aprendido a robar el pescado de los palangres de la flota, y harán todo lo posible para conseguirlo.
Los investigadores rastrearon una orca hembra adulta hasta una profundidad récord mundial de 1.087 metros. Eso va mucho más allá del mejor registro para una orca de 767 metros, documentado en 2013 frente a las islas Príncipe Eduardo en el océano Índico subantártico. "Esta orca simplemente pulverizó el récord", dice Jared Towers, autor principal de un nuevo estudio.
La merluza negra patagónica vive profundo en el océano, donde asumió que podría evitar la depredación por las ballenas. Los investigadores habían sospechado que las orcas y los cachalotes robaban merluzas de los palangres a profundidades menores a medida que se arrastraban las líneas de pesca. Pero los nuevos datos de seguimiento muestran que no es exclusivamente el caso.
Las ballenas saben que allí hay un premio esperando, colgando de los anzuelos de los pescadores, y no dudan en ir tras él. "Se sumergen más profundo, más rápido y más tiempo cuando depredan en comparación con cuando no lo hacen", dice Towers.
Bucear a tales profundidades extremas tiene un costo. Cuando las orcas regresan a la superficie, pasan horas recuperándose. "Las ballenas están rozando sus límites fisiológicos", dice Towers.
Towers realizó su investigación en mayo y junio de 2015 a bordo del barco pesquero de 51 metros San Aspiring, navegando olas de ocho metros y vientos de 130 kilómetros, las condiciones más difíciles de sus 12 años como investigador de cetáceos. "Es como estar en un planeta diferente. No hay lugar para esconderse, y con icebergs por todas partes", dice.
Durante una pausa poco frecuente en el clima, Towers bajó del barco de pesca en un pequeño bote de aluminio. Las ballenas eran tan abundantes que no le costó encontrar una. Se acercó junto a la orca que luego batiría el récord y disparó una ballesta para insertar en su aleta dorsal una etiqueta de satélite. La etiqueta rastreó a la ballena mientras cazaba y se zambullía durante los siguientes 14 días.
El estudio de rastreo fue contratado por el gobierno de Georgia del Sur y las islas Sandwich del Sur para obtener más información sobre las orcas y los cachalotes, depredadores que comen hasta un ocho por ciento de la merluza negra patagónica atrapado por los pescadores en el área.
"Tiene un gran impacto en la economía de estas pesquerías", dice Towers.
Cuando las orcas comienzan a robar peces, los pescadores tienden a dejar de arrastrar sus líneas y pescar en otra parte. Por alguna razón desconocida, las líneas estacionarias parecen menos atractivas para las ballenas. Los pescadores regresarán horas más tarde, esperando que las ballenas se hayan ido. "Los pescadores lo odian, pero no tienen más remedio que dejar de pescar", dice Towers.
* Dissostichus eleginoides: merluza negra, bacalao austral, bacalao de profundidad o mero chileno
Artículo científico: Movements and dive behaviour of a toothfish-depredating killer and sperm whale