Puede disparar sangre hasta a 1,5 metros de su cara y se infla para acobardar a los depredadores
Los lagartos de cuernos cortos (short-horned lizards en inglés, Phrynosoma hernandesi) tienen una forma achatada y rechoncha y un hocico corto, lo que los hace parecer más anfibios que reptiles, de ahí el apodo de "sapos cornudos".
Pero estos lagartos son más famosos por su inusual mecanismo de defensa: cuando se sienten amenazados, expulsan un chorro de sangre de sus ojos hasta una distancia de 1,5 metros (5 pies).
Lo hacen restringiendo el flujo sanguíneo que sale de sus cabezas, lo que aumenta la presión arterial y hace que se rompan los diminutos vasos sanguíneos que hay alrededor de los ojos. Disparan la sangre a los depredadores para confundirlos y darles la oportunidad de escapar.
Se cree que alrededor de ocho especies de lagartos cornudos utilizan este macabro truco, conocido como autohemorragia.
Los lagartos de cuernos cortos más grandes, que crecen hasta alrededor de 15 centímetros de largo, pueden liberar un tercio de su suministro total de sangre de esta manera.
Si bien no parece disuadir a las aves, la sangre sí afecta a los caninos, como los perros (Canis familiaris), los coyotes (Canis latrans) y los zorros (Vulpes), que sacuden la cabeza para deshacerse de ella. Los lagartos parecen reconocer esto y es más probable que la utilicen contra los perros que contra otros depredadores.
La sangre está contaminada con sustancias químicas tóxicas, que pueden provenir de las hormigas recolectoras venenosas (Pogonomyrmex) que comen los lagartos. Aunque su sangre no es venenosa, tiene un sabor desagradable para los depredadores.
Los lagartos de cuernos cortos no se ven afectados por el veneno de las hormigas recolectoras de las que se alimentan porque lo neutraliza una sustancia química en su plasma sanguíneo. También producen grandes cantidades de moco para inmovilizar a los insectos, lo que les permite tragarlos sin resultar heridos por el veneno.
Imagen: Phrynosoma hernandesi, Culberson County, Texas, USA (19 Mayo 2018)
Pero la única defensa de los lagartos de cuernos cortos no es el chorro de sangre. Tienen la piel moteada y el cuerpo plano, lo que los hace muy bien camuflados. Sus cuerpos están cubiertos de afiladas espinas, incluidas dos grandes púas en la cabeza. Si un depredador intenta morderlos, los agresivos lagartos inclinan la cabeza, exponiendo los cuernos a la boca del depredador.
Los lagartos también pueden inflarse hasta el doble de su tamaño normal cuando son atacados. Esto no solo los hace parecer más intimidantes, sino que puede provocar que se ahoguen los depredadores que intenten tragarlos.