La tortuga laúd tiene un esófago repleto de afiladas espinas
La tortuga laúd podría parecer adorable e inofensiva, pero espera a ver lo que hay dentro de su boca.
La tortuga laúd - también conocida como canal, canaá, cana, cardón, baula o tinglar (Dermochelys coriacea) - puede no tener un juego de dientes, pero su esófago está repleto de cientos de afiladas espinas llamadas papilas.
De acuerdo con Seaturtle.org, las papilas son utilizadas para atrapar el alimento, mientras que expulsan el exceso de agua antes de tragarlo.
Debido a que esta especie se alimentan principalmente de medusas, las papilas también ayudan a la tortuga laúd a evitar ser picada por sus tentáculos.
Las estructuras, semejantes a afiladas y puntiagudas estalactitas, evitan que las resbaladizas medusas se escapen de su boca.
Aparte de su prominente boca, la especie de tortuga también tiene un esófago inusualmente largo que se extiende mucho más allá de su estómago y recorre todo el interior hasta la parte trasera. Las tortugas baula son omnívoras, por lo que aparte de pequeños peces y medusas, también se alimentan de plantas y hierbas marinas.
Un vídeo, subido por Laura Castanon, quien recientemente realizó la necropsia a una tortuga laúd junto con sus colegas en el Instituto Oceanográfico Woods Hole, muestra un ejemplo de papilas que extrajeron de un esófago.
En la actualidad, las tortugas laúd son la mayor tortuga viviente. La tortuga laúd adulta tiene una longitud de 2,5 metros y una anchura de 3,6 metros.
Con un cuerpo tan grande, la tortuga laúd consume aproximadamente 16.000 calorías al día, principalmente comiendo solo medusas, según informa Nerdist.com.
A diferencia de las otras tortugas, la tortuga laúd tiene un caparazón unido a su esqueleto. De acuerdo con el Centro Nacional de Vida Marina, las placas óseas se unen entre sí para formar el caparazón, lo que permite a la especie bucear más profundo que las otras tortugas.
Con su blando caparazón, la tortuga laúd no puede esconderse dentro de él cuando aparecen los depredadores, por lo que utiliza sus aletas como remos para nadar rápido y escapar de sus enemigos.
A pesar de su sistema digestivo increíblemente estructurado, la tortuga laúd no tiene la capacidad de diferenciar entre medusas y plásticos arrojados al mar, por lo que las hace vulnerables a los impactos humanos.