El plancton de superficie sólo representa el 23 por ciento de lo que comen estos animales
Hay una razón por la que la mantarraya oceánica gigante ha sido comparada con un bombardero B-2. Estos graciosos peces "vuelan" por el agua con alas que se extienden siete metros de punta a punta. Pero, a pesar de una amplia distribución que abarca la mayor parte de las aguas tropicales del mundo, también son difíciles de encontrar. Con graciosas volteretas en la superficie, también se sabe que las mantas oceánicas descienden unos 1.000 metros bajo las olas y, hasta ahora, no comprendíamos realmente por qué.
Cuando un animal marino de superficie se sumerge en el océano profundo generalmente es por una razón: allí abajo hay alimento. Los cachalotes se sumergen en busca del calamar, el atún bucea para encontrar peces más pequeños y hasta los tiburones rastrean la abundancia de aguas profundas. Pero las mantas oceánicas (Manta birostris) han sido consideradas planctívoros - animales que se alimentan exclusivamente de diminutas criaturas como copépodos, camarones y gusanos de bellota. Estos "zooplancton" a la deriva se alimentan de organismos aún más pequeños como las algas, que a su vez dependen de la luz para sobrevivir. Eso significa que las especies de presas conocidas de las mantas oceánicas viven cerca de la parte superior de la columna de agua llena de luz - ¿por qué estos gigantes se sumergen en las profundidades?.
Desconcertados por esa pregunta, los investigadores de la Fundación Megafauna Marina (MMF) y la Universidad de Queensland partieron hacia la Isla de la Plata, una pequeña isla frente a la costa de Ecuador que alberga la mayor congregación de mantas oceánicas del mundo. Lo que descubrieron es que podemos haber estado equivocados desde hace tiempo acerca de las dietas de las mantas. Al menos localmente, el plancton de superficie sólo representa el 23 por ciento de lo que comen estos animales, lo que hace que sea más un bocadillo ocasional que un alimento básico.
"Normalmente los investigadores examinan el contenido del estómago para determinar la dieta de un pez", explica MMF. "Sin embargo, esto es un procedimiento doloroso o incluso letal, que no sería apropiado teniendo en cuenta que las mantarrayas se enumeran como vulnerables a la extinción".
En cambio, el equipo utilizó un pequeño muestreador de tejidos que pincha la piel de las mantas - como una prueba de azúcar en la sangre humana - para comparar la composición química de cada raya con el de diversos plancton de superficie. "Estudiamos la dieta de las mantarrayas mediante pruebas bioquímicas, que trabajan dentro el paradigma 'tu eres lo que comes'", dice la bióloga de la Universidad de Queensland, Katherine Burgess.
Resultó que la gran mayoría de la dieta de las mantas proviene de animales que viven entre 200 y 1.000 metros de profundidad. Esto fue una gran sorpresa - aunque no es inaudito en otras especies. Otro gigante marino, el pez luna o Mola mola, es típicamente encontrado por buzos cerca de la superficie, pero estudios recientes han demostrado que ellos también descienden a cazar.
El pez luna se sumerge hasta 792 metros (2.600 pies) en busca de presas, y se cree que su enorme tamaño le ayuda a hacerlo. Esto también podría ser cierto para las mantas. Tener una gran superficie corporal significa que se pierde calor más lentamente, y en aguas frías y profundas la capacidad de termorregulación significa que un animal puede permanecer abajo durante intervalos más largos. Después de una inmersión el pez luna tiene que pasar tiempo en la superficie para calentarse de nuevo, y el equipo sospecha que esto podría ser la razón de porqué las mantas también se alimentan en la superficie.
Las aguas que rodean la Isla de la Plata son poco profundas, cálidas y repletas de vida, pero la isla también se encuentra cerca de una fosa de 3.000 metros. Para un animal que necesita hacer numerosos viajes hacia abajo en las profundidades y volver de nuevo, este es el hogar perfecto. Cuando se acercan a aguas demasiado frías las mantas pueden volver a la aguas poco profundas a recuperarse, mientras disfrutan de un poco de cuidado de los diversos peces limpiadores que residen allí.
"La muy relacionada raya mobula (o raya del diablo), depende en gran medida de las especies de krill que normalmente se encuentran en las profundidades, pero aún no hemos descubierto a qué tipo de especies atacan las mantarrayas", dice el equipo.
Además de proporcionar inteligencia sobre la ecología de manta, su investigación tiene grandes implicaciones para la forma en que nos acercamos a la futura conservación de la especie. Al igual que los tiburones y otras rayas, las mantas gigantes se reproducen muy lentamente (¡sólo una cría cada dos a cinco años!), y también son extremadamente sensibles a la presión de la pesca. Si estos animales están utilizando hábitat de aguas profundas, la actual pesca de arrastre podría tener efectos imprevistos sobre su supervivencia.
Esto es particularmente preocupante porque las rayas comparten algo más con sus parientes los tiburones: el comercio de algunas de las partes de su cuerpo ha diezmado las poblaciones de mantas en los últimos años. "Es una historia que se desarrolla en nuestros océanos y en todo el planeta de manera regular. Las mantas están pagando el precio de convertirse en la más reciente mercancía en el comercio medicinal chino", dice Manta Trust.
Las mantarrayas tienen branquiales (o placas de branquias) para cribar el plancton y otros alimentos del agua circundante, y estas estructuras de cerdas y plumas son apreciadas en la medicina tradicional. Conocidas localmente como peng yu sai, las hendiduras branquiales son promovidas como una supuesta cura para una serie de dolencias, incluida la pobre fecundidad, el cáncer y la mala circulación de la sangre, por nombrar unas pocas. Los branquias se cocinan en sopas y tónicos, pero en realidad no ofrecen beneficios probados para la salud.
El comercio de las branquias de raya se ha vuelto, de hecho, tan omnipresente, que todas las especies de manta obtuvieron protecciones en 2013 en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro (CITES), una lista que requiere que todo el comercio de sus partes sea sostenible, pero la actividad ilegal ha seguido debilitando estos esfuerzos.
Sin embargo, se están logrando algunos avances. India, Sri Lanka e Indonesia, que mantienen las mayores pesquerías de manta, han empezado a ver una aplicación más estricta contra la pesca furtiva. Y a principios de este año Perú anunció su compromiso con la protección de una de las mayores poblaciones del mundo de mantas oceánicas gigantes, en parte por el endurecimiento de la reglamentación sobre la pesca con redes de enmalle. La medida fue aplaudida por igual por conservacionistas y científicos, ya que llegó ocho meses después de que una alucinante gran manta fuese pescada como captura incidental en la costa peruana.
Burgess y sus colegas planean expandir su estudio con la esperanza de solidificar nuestro conocimiento de cómo interactúan las grandes rayas con la red de akimentos de mar abierto. Esto no sólo nos ayudará a identificar los hábitats críticos para los gigantes del océano, sino que también podría equipar mejor a la pesca responsable para protegerlas en el futuro.
"Todavía hay muchas preguntas por responder, pero este estudio nos da un paso más", dice el equipo.