Se pierden en el laberinto de túneles de una cueva y se ahogan
A principios de los años ochenta, el famoso explorador oceánico Capitán Jacques Yves Cousteau y su equipo hicieron una visita a la isla de Sipadan, frente a la costa de Borneo, para filmar un documental sobre sus cristalinas aguas.
Uno de los aspectos más destacados de aquella película fue una misteriosa cueva submarina en la que encontraron un montón de huesos y esqueletos de tortugas marinas.
A falta de una mejor explicación, Cousteau sugirió que tal vez las viejas tortugas marinas simplemente iban allí a morir pacíficamente. Pero, en realidad, las tortugas entran por accidente en la caverna y luego se pierden en el laberinto de túneles. Incapaces de encontrar una salida, eventualmente se desorientan y se ahogan.
La isla de Sipadan, situada en el mar de Celebes, en la costa este de Sabah, es la única isla oceánica de Malasia. Elevándose 600 metros sobre el lecho marino, se formó por corales vivos que crecieron sobre un extinto cono volcánico que tardó miles de años en desarrollarse. La isla se encuentra en el corazón de la cuenca del Indo-Pacífico, el centro de uno de los hábitats marinos más ricos del mundo.
Sipadan es famosa por la abundancia de tortugas. Con frecuencia se ven en las aguas alrededor de la isla tortugas verdes y tortugas carey, enormes bancos de barracudas en formaciones parecidas a tornados, así como grandes cardúmenes de jurel ojón (big-eye trevally en inglés), y el peces loro jorobados. También visitan Sipadan especies pelágicas como rayas manta, rayas águila, tiburones martillo festoneados y tiburones ballena.
La entrada a la Caverna de la Tortuga está en el lateral de una gran pared de piedra caliza que comienza a pocos metros por debajo de la superficie y se desplaza hacia abajo a una profundidad de unos 600 metros. La boca de la cueva se encuentra a una profundidad de 20 metros de la superficie. Un gran letrero cerca de la entrada advierte a los buceadores inexpertos que no entren sin el equipo o experiencia apropiados.
El interior de la cueva es un intrincado laberinto de cámaras y pasillos. El fondo de las cámaras de la cueva está lleno de fina arena blanca, sobre la cual se encuentran varios restos óseos de tortugas muertas. Las desafortunadas víctimas habían entrado en la cueva tal vez para descansar, o esconderse de los depredadores, o por curiosidad. Una vez adentro se desorientaron y perdieron en la oscuridad, y se ahogaron. Las tortugas no son el único animal que respira aire en haberse ahogado en la cueva. En otro rincón de la cueva, hay un esqueleto intacto de un delfín.