Durante los últimos 300 años, una pequeña población se ha ganado a duras penas la vida en un remoto lago
En 1732 la tripulación de un barco ballenero alemán se asomó a una vista extraordinaria. Grandes columnas de ceniza se elevaban desde la extraña y deshabitada isla de Jan Mayen, una franja de tierra aislada entre el norte de Noruega y Groenlandia.
Lo que vieron los balleneros fue la erupción del Beerenberg, un evento volcánico cataclísmico que reformó a Jan Mayen y provocó que una pequeña población de trucha ártica (Salvelinus alpinus), un pez parecido al salmón, quedara aislada del océano.
Desde entonces, los peces y sus descendientes han estado atrapados en Nordlaguna, un pequeño lago en Jan Mayen. Durante 300 años, esta población de miles de truchas árticas ha tenido que hacer frente al confinamiento y hacer todo lo posible para sobrevivir.
Cuando Eiliv Larsen, un geólogo del Servicio Geológico de Noruega, viaja a Jan Mayen, generalmente viaja en un Hércules, un gran avión militar. "Básicamente está en el medio de la nada", se ríe. La isla tiene apenas 55 kilómetros de largo y es el hogar de un puñado de personal militar y de investigación. Sus asentamientos se encuentran a la sombra de Beerenberg, el volcán activo más septentrional del mundo sobre el nivel del mar.
La erupción de Jan Mayen en 1732 provocó significativos cambios en la isla, explica Larsen. Esto incluyó la remodelación de la tierra por los flujos de lava y la deposición de cenizas. En una nueva investigación, Larsen y sus colegas analizaron la edad de los sedimentos y los escombros en la isla para mostrar que esto es lo que causó que Nordlaguna se quedara sin salida al mar en el lapso de unas pocas semanas o meses. "Es un evento realmente violento y dramático", dice Larsen.
El rápido cambio es bastante diferente al experimentado por otras poblaciones de truchas sin litoral, como las del lago de Ginebra, Suiza, que quedaron atrapadas hace más de 10.000 años debido al deshielo de los glaciares. Es extremadamente raro encontrar un caso en el que truchas se hayas aislado tan recientemente y tan repentinamente por un proceso natural, dice Jan Grimsrud Davidsen, biólogo del Museo Universitario de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.
En otras partes del hemisferio norte, la gran mayoría de la trucha ártica migra entre el océano y los lagos y ríos de agua dulce. Estas poblaciones aisladas son la excepción, pero muestran algo dramático sobre la capacidad de recuperación de la trucha ártica.
Para muchas especies, cambios tan drásticos significarían la perdición. Pero no para la trucha ártica. A pesar de que Nordlaguna es un hábitat diminuto, de solo 1,6 kilómetros de largo y 40 metros de profundidad, con poco más que unos pocos invertebrados de agua dulce para comer, los peces se las arreglan. Se han acostumbrado a comerse unos a los otros.
Este no es el primer lugar donde las truchas aisladas se han vuelto caníbales. Y como en otras situaciones sin litoral, el cambio en la dieta ha tenido un pronunciado efecto en la fisiología de los peces. Algunas de las truchas de Nordlaguna crecen enormes, hasta 70 centímetros aproximadamente, mientras que otras permanecen pequeñas, menos de 20 centímetros.
Lisandrina Mari, una bióloga evolutiva de la Academia Checa de Ciencias que no participó en la investigación, dice que cuando las poblaciones de truchas se vuelven caníbales, los peces grandes son notablemente diferentes en apariencia de los más pequeños. Y no es solo en su tamaño. "Se ven como especies completamente diferentes", dice, y explica que las truchas caníbales más grandes tienden a tener formas corporales más aerodinámicas y bocas colocadas justo en la parte delantera de la cabeza en lugar de más abajo en el cráneo, que se adapta a su estilo de vida de cazar otros peces de su especie.
Imagen: Arriba hay una foto general que mira al sureste desde el área del lago Nordlaguna hacia el cono de toba de Eggøya. Abajo a la izquierda hay un dibujo que ilustra la erupción que causó la formación de Eggøya y el levantamiento asociado en el lago Nordlaguna causado por el flujo ascendente de magma. Esto llevó al desbloqueo de proto‐Nordlaguna para formar el lago actual (abajo a la derecha).
Solo los indivuduos más exitosos pueden adoptar esta forma de vida. "Es una especie de batalla", dice Davidsen. "Si pueden alcanzar un tamaño decente […] pueden cambiar para comenzar a alimentarse de otros peces". En este lago en particular, con comida tan escasa en general, las truchas están "viviendo al límite", agrega.
Lo curioso es que esta situación no ha condenado al pez. Solo un puñado de truchas crecen lo suficiente como para convertirse en caníbales. Mientras tanto, continúan reproduciéndose a un ritmo lo suficientemente alto como para mantener a su población.
Las truchas de Jan Mayen vivieron una vez vidas muy diferentes, hasta que la erupción de 1732 las atrapó en un experimento natural. Davidsen dice que la población de Nordlaguna parece estable, al menos por ahora, lo que sugiere que, incluso cuando se enfrenta a un cambio extremo y repentino, la trucha ártica es un pez que está preparado para sobrevivir, aunque a un costo espantoso.
La investigación se publicó en el Journal of Quaternary Science: A dated volcano‐tectonic deformation event in Jan Mayen causing landlocking of Arctic charr