Los restos de la cría de ballena de un año alimentarán a las criaturas marinas en los próximos años
A mediados de agosto, un equipo de biólogos marinos con sede en Massachusetts partió hacia las aguas del Santuario Marino Nacional Stellwagen Bank, al este de Boston, Estados Unidos. Su misión: marcar a algunos tiburones peregrinos, la segunda especie de tiburón más grande de la Tierra, y un depredador que los científicos aún consideran muy misterioso.
Pero poco después de que el equipo llegara a aguas abiertas, otro gigante marino llamó su atención: una ballena jorobada juvenil, flotando muerta en la superficie del océano.