La mejora de las relaciones diplomáticas alimenta una asociación ambiental en ciernes
Cuba está rodeada de tiburones. Los pescadores los atrapan, los residentes los comen y, cada vez más, los turistas van a verlos. Ahora la isla se está preparando para su gestión, y sus esfuerzos están reforzando una incipiente asociación medioambiental con los Estados Unidos.
"Es un gran paso adelante para Cuba y la región", dice Jorge Angulo-Valdés, jefe del Grupo de Conservación Marina de la Universidad del Centro de la Habana para la Investigación Marina y profesor visitante en la Universidad de Florida en Gainesville. "Es hora de que nos juntemos para identificar objetivos comunes en la gestión de recursos y hacer que funcionen".
El 21 de octubre Cuba planea lanzar un plan de gestión que sentará las bases para la investigación y, finalmente, las regulaciones para proteger extensas pero en gran medida indocumentadas poblaciones de tiburones y rayas. Aproximadamente la mitad de las 100 especies residentes de tiburones en el Mar Caribe y el Golfo de México se han visto en aguas cubanas, incluyendo algunos - como el oceánico de puntas blancas (Carcharhinus longimanus) y el marrajo carite (Isurus paucus) - que han experimentado fuertes caídas en otros lugares. El gobierno cubano ha consultado con los ambientalistas y académicos de los Estados Unidos y otros países en el desarrollo del plan.
"Cuba es una especie de epicentro de la biodiversidad para los tiburones", dice Robert Hueter, director del Centro para la Investigación de Tiburones en el Laboratorio y Acuario Marino Mote en Sarasota, Florida, que es uno de los que trabajan con los científicos cubanos. "La ciencia aún no está en un nivel de hacer estimaciones de valores rigurosos, pero nos estamos moviendo en esa dirección con este plan".
La mayoría de lo que se conoce sobre las poblaciones de tiburones de Cuba ha venido de la industria pesquera, que a menudo captura tiburones como subproductos de sus operaciones regulares. El gobierno cubano ya ha establecido áreas marinas protegidas a lo largo del 20% de su costa y tiene previsto ampliar esa red dentro de los 70.000 kilómetros cuadrados de su pesquería costera. También ha comenzado a regular los equipos utilizados en la pesca, y se buscan establecer límites de captura de diversas especies de peces, como los tiburones.
Ambos, científicos estadounidenses y cubanos, dicen que la colaboración está ayudando a allanar el camino para una cooperación más formal, ahora que los dos enemigos de la guerra fría han restablecido las relaciones políticas. En abril, la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional de Estados Unidos (NOAA) envió un buque de investigación en un crucero alrededor de la isla con científicos cubanos. Y el 5 de octubre, el secretario de Estado estadounidense John Kerry y funcionarios cubanos anunciaron en una conferencia de los océanos en Chile que las dos naciones estaban ultimando planes para cooperar en la investigación, la educación y la gestión de las áreas marinas protegidas. El acuerdo podría estar finalizado a principios del próximo mes, dijo Billy Causey, director regional de la Oficina de Santuarios Marinos Nacionales de la NOAA en Key West, Florida.
Impulso político
Ambientalistas estadounidenses comenzaron a empujar la idea de la cooperación con Cuba en la conservación marina después de la elección del presidente Barack Obama, que prometió durante la campaña de 2008 comprometerse con Cuba. Los primeros signos de progreso real se produjeron en septiembre de 2009, dice Daniel Whittle, quien dirige el programa para el Fondo de Defensa Ambiental (EDF) de Cuba, un grupo ambientalista con sede en la ciudad de Nueva York. Entonces, los Estados Unidos permitió que cuatro científicos cubanos, tres de los cuales eran investigadores marinos y costeros, asistieran a una serie de reuniones en el país. Y en noviembre del año pasado Angulo-Valdés fue parte de un grupo de científicos cubanos que visitaron el Departamento de Estado y a varios miembros del Congreso. Un mes más tarde, Obama ordenó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba.
"Han empezando a cambiar lentamente", dice Whittle, en referencia a los vínculos entre las naciones. "Es por eso que el anuncio en Chile fue tan significativo: por último, los dos gobiernos reconocieron públicamente que, de hecho, trabajarán directamente juntos en temas ambientales".
El EDF y otros grupos conservacionistas han estado tratando de construir la cooperación entre Cuba, México y Estados Unidos en el Golfo de México. El crucero de abril de la NOAA, que se centró en conteo de las larvas de atún rojo (Thunnus thynnus) en aguas cubanas y mexicanas, marcó el primer compromiso formal del gobierno en ese frente desde el anuncio de diciembre de Obama, dice Causey.
La pregunta principal que enfrenta el plan de gestión de los tiburones es si el gobierno cubano será capaz de movilizar el dinero suficiente para ponerlo en práctica. El EDF y otros grupos han estado recaudando fondos para pagar por algunos de los primeros trabajos sobre el plan, incluidas la capacitación de las tripulaciones de pesca para identificar y denunciar a los tiburones que se capturan. Pero los científicos necesitan llevar a cabo encuestas de población que sean independientes de las que se realizan por la pesca comercial, y las instituciones de investigación cubanas están en mínimos financieros.
El país tiene sólo dos buques de investigación operativos, y escasean los recursos para equiparlos y operar con ellos. El tipo de etiquetas necesarias para rastrear los movimientos de tiburones a través de satélites puede costar US $ 2,500 cada una. Hasta ahora, Cuba ha marcado sólo cuatro tiburones con tales dispositivos.
"Tenemos que ver cómo implementa el plan el gobierno, y cómo evitar el problema de financiación", dice Angulo-Valdés. "Va a ser un reto".