Científicos de Florida localizan por primera vez el origen geográfico de las aletas de tiburón que se comercializan
Anualmente se matan alrededor de 73 millones de tiburones para abastecer los mercados de aletas
Hasta ahora, los científicos desconocían las regiones donde los tiburones estaban más amenazados por el comercio de sus aletas. Sin embargo, un estudio científico, que se publica hoy on line en Endangered Species Research, localiza por primera vez el origen geográfico de las aletas gracias a los análisis de ADN. Los científicos demuestran que las aletas proceden a veces de poblaciones de tiburones en peligro que viven a miles de kilómetros del mercado de Hong Kong (China).Millones de aletas de tiburón se venden en el mercado cada año para satisfacer la demanda de sopa de aleta de tiburón, una delicia china. El nuevo estudio sobre el ADN de las aletas de cornuda común (Sphyrna lewini) ha logrado rastrearla desde el mercado de Hong Kong (China) hasta el lugar de origen de los tiburones.
“Aunque sabemos que se venden unos cuantos millones de tiburones martillo en los mercados a nivel mundial, ahora disponemos de las técnicas forenses de análisis de ADN para identificar a qué especie de tiburón martillo pertenecen las aletas y, en el caso de la cornuda común, de qué partes del mundo proceden estas aletas”, afirma Mahmood Shivji, autor principal y director del Instituto de Investigación Guy Harvey (GHRI, por sus siglas en inglés) y del Save Our Seas Shark Center, ambos de la Universidad Nova Southeastern en Florida (EEUU).
Los resultados que se publicaron on line el pasado martes día 1 en la revista Endangered Species Research, subrayan la necesidad de mejorar la protección de estos tiburones del comercio internacional, una medida que la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES, por sus siglas en inglés) debatirá en la reunión de marzo de 2010 en Qatar.
“Este comercio ha estado funcionando años y años al amparo de la oscuridad; y nuestro trabajo demuestra que el comercio de aletas de cornuda común sucede en todo el mundo y que, por tanto, se debe rastrear y gestionar de manera global”, declara Demian Chapman, otro de los autores e investigador en el Instituto para la Ciencia de la Conservación del Océano de la Universidad de Stony Brook en Nueva York (EEUU).
EEUU han propuesto a CITES que clasifique a la cornuda común y a otras cinco especies de tiburones bajo el Apéndice II de la organización, lo que exigiría permisos y un control de todo el comercio con estas especies a través de los límites internacionales. Conocer las especies de las que proceden las aletas con las que se comercia y su origen geográfico permitiría asignar de manera más efectiva los esfuerzos de gestión y aplicación de la normativa.
Los científicos, que han utilizado métodos propios del CSI conocidos como “identificación genética de stocks” o GSI (por sus siglas en inglés), han analizado muestras de ADN del tamaño de una uña de 62 aletas de cornuda común que habían obtenido del mercado de aletas de Hong Kong. Al examinar la secuencia de ADN mitocondrial de cada aleta (una sección del código genético que pasa desde la madre y gracias al cual se puede determinar el lugar de nacimiento de un tiburón), los investigadores pudieron encontrar 57 parecidos exactos de las 62 aletas con origen en los océanos Atlántico e Indo-Pacífico.
Una prueba de ADN desarrollada en 2005 en el Instituto de Investigación Guy Harvey por Shivji y Debra Abercrombie, científica en el Instituto para la Ciencia de Conservación de los Océanos, fue la detonante del estudio. La prueba permitió a los científicos distinguir de manera rápida y definitiva entre tres especies similares de tiburones martillo: la cornuda gigante, la cornuda común y la cornuda cruz, con sólo la aleta o tejidos de carne.
El equipo también analizó secuencias mitocondriales de 177 cornudas comunes vivas del Atlántico occidental y determinó que la especie está divida en tres stocks diferentes en esta región: al norte (Atlántico de EEUU y el Golfo de Méjico), en el centro (Belize y Panamá) y al sur (Brasil). Los científicos localizaron el 21% de las aletas de Hong Kong en estos stocks del Atlántico occidental. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha categorizado a la cornuda común como especie en peligro desde 2006. Las poblaciones de esta especie costera parecen haber caído en picado al noroeste del Atlántico y el Golfo de México.
“Los elevados precios alcanzados por las aletas han exacerbado una caza mundial de tiburones de proporciones épicas”, explica Ellen Pikitch, directora ejecutiva del Instituto para la Ciencia de la Conservación del Océano de la Universidad de Stony Brook (EEUU). “Los trabajos previos descubrieron que se matan anualmente alrededor de 73 millones de tiburones para abastecer los mercados de aletas y que entre 1 y 3 millones son cornudas comunes”, continúa Pikitch, que también es profesora de Ciencias Marinas en la universidad.
“La protección inadecuada junto con la persecución inexorable han puesto en grave riesgo a muchas especies de tiburones”, añade la científica. Sólo un kilo de aleta de cornuda común se puede vender por unos 120 dólares en los mercados de Hong Kong debido al gran tamaño y al alto contenido de radios de la aleta de esta especie (parte más demandada de la aleta que se utilizan como espesante para la sopa).
Primera lectura: Plataforma sinc
Enlaces: Inter-Research Science Center (IR) Endangered Species Research