Parecidos a graznidos, se escucharon en la costa de Nueva Zelanda
Los misteriosos y repetitivos sonidos de las profundidades del océano pueden resultar aterradores para algunos, pero en la década de 1980 presentaron una visión única de un paisaje sonoro submarino.
En julio de 1982, investigadores de Nueva Zelanda registraron sonidos no identificables como parte de un experimento para caracterizar el paisaje sonoro de la cuenca del sur de Fiji. El sonido consistía en cuatro breves ráfagas que se parecían a un graznido, lo que inspiró el nombre del sonido "Bio-Duck".
"El sonido era tan repetitivo que al principio no podíamos creer que fuera biológico", dijo el investigador Ross Chapman de la Universidad de Victoria. "Pero al hablar sobre los datos con otros colegas en Australia, descubrimos que un sonido similar se escuchaba con bastante frecuencia en otras regiones de Nueva Zelanda y Australia".
Llegaron al consenso de que los sonidos debían ser biológicos.
Chapman presentará su trabajo de análisis de los misteriosos sonidos como parte de la 187ª reunión virtual de la Sociedad Acústica de Estados Unidos, que se realizará del 18 al 22 de noviembre de 2024.
"Me involucré en 1986 en el análisis de los datos del experimento", dijo Chapman. "Descubrimos que los datos contenían una mina de oro de nueva información sobre muchos tipos de sonidos en el océano, incluidos los sonidos de los mamíferos marinos".
"Hay que tener en cuenta que este tipo de estudio del ruido oceánico estaba en sus inicios en aquella época. Al final, cada día aprendíamos algo nuevo sobre el sonido en el océano a medida que analizábamos más a fondo los datos. Fue una época realmente emocionante para nosotros", afirmó.
Sin embargo, los sonidos nunca fueron identificados de manera concluyente. Existen teorías de que los sonidos fueron producidos por ballenas Minke antárticas, ya que los sonidos también se grabaron en aguas antárticas en años posteriores, pero no hubo evidencia independiente de avistamientos visuales de las ballenas produciendo los sonidos en los datos de Nueva Zelanda.
Imagen: Vista desde la popa del barco mientras remolca el largo conjunto horizontal de hidrófonos. Se puede ver el cable de remolque pasando por la bocina de metal en la popa. El conjunto de hidrófonos se encuentra a varios cientos de metros detrás del barco y a unos 200 metros de profundidad. Crédito: Ross Chapman
Sin importar el animal, Chapman cree que los sonidos podrían ser una conversación. Los datos fueron grabados por una antena acústica, un conjunto de hidrófonos que es remolcado detrás de un barco. La singularidad de la antena permitió a los investigadores identificar la dirección de donde provenían los sonidos.
"Descubrimos que normalmente había varios hablantes diferentes en distintos lugares del océano, y todos ellos emitían estos sonidos", dijo Chapman. "Lo más sorprendente fue que cuando un orador hablaba, los demás se quedaban en silencio, como si estuvieran escuchando. Luego, el primer orador dejaba de hablar y escuchaba las respuestas de los demás".
Presentará la forma de onda y el espectro de las grabaciones durante su sesión, así como más evidencia de que el trabajo fue una conversación entre múltiples animales.
"Siempre ha sido una pregunta sin respuesta en mi mente", dijo Chapman. "Quizás estaban hablando de comida, tal vez eran padres hablando con sus hijos, o tal vez simplemente estaban haciendo comentarios sobre ese barco loco que no paraba de ir y venir remolcando esa larga cuerda detrás de él".