Las fanerógamas marinas y su importancia para el mar

posidonia oceanica

Mantener el mar y el litoral biológicamente vivos es una necesidad económica y ecológica

La desaparición de las praderas marinas repercute negativamente en el valor tanto ecológico como económico de los ecosistemas costeros

cymodocea nodosa observada por un buceador

La pasada semana la organización conservacionista Oceana y la Fundación Banco de Santander dieron a conocer el estudio titulado "Restauración de Praderas Marinas", un Manual de Desarrollo Sostenible que quiere resaltar la importancia de las praderas de fanerógamas marinas, en el que se resumen los aspectos básicos que deberían ser generalizadamente notorios; especialmente en un país como el nuestro, de larga historia y extensa geografía relacionada con el mar, así como de grandes intereses económicos ligados a actividades que se desarrollan en él o en su litoral.

Las fanerógamas marinas son plantas superiores, con raíces, tallos y hojas, adaptadas a vivir en el medio marino, y con capacidad de producir flores verdaderas, frutos y semillas. Por ser evolutivamente más complejas, debemos diferenciarlas de las algas, de estructura más sencilla y con las que frecuentemente son confundidas.

Las fanerógamas marinas ocupan amplias extensiones de los fondos someros, pudiendo alcanzar profundidades de 40 metros o más, si las condiciones ambientales permiten el proceso de la fotosíntesis. Presentes en mares cálidos y templados, forman las denominadas «praderas submarinas».

Hay 60 especies reconocidas de fanerógamas marinas en el mundo que pueden crear prados, pero en las costas europeas se encuentran principalmente cuatro especies, todas ellas presentes en el litoral español; se trata de Zostera marina, Zostera noltii, Cymodocea nodosa y Posidonia oceanica. Además, en las costas canarias podemos encontrar una quinta especie, Halophila decipiens, más frecuente en las vecinas costas africanas.

Todas estas comunidades están seriamente amenazadas en la actualidad por muy diversos factores,mayoritariamente de origen antrópico: actividades de pesca ilegal, prohibidas sobre este tipo de fondos según el Plan Integral de Gestión para la Conservación de los Recursos Pesqueros en el Mediterráneo, fondeo descontrolado de embarcaciones de recreo, contaminación y turbidez de las aguas por actividades pesqueras, agrícolas y acuícolas, así como un sinfín de obras y construcciones costeras que modifican la dinámica costera y, por tanto, el litoral y sus ecosistemas.

blenio de banda oscura (parablennius rouxi)

Son miles de especies marinas las que, directa o indirectamente, se benefician de estos auténticos «bosques sumergidos», que, al igual que los bosques en tierra, son cuna, guardería, despensa y refugio de una enorme biodiversidad. Así, no es de extrañar que muchas de estas praderas alrededor del mundo sean nombradas según algunas especies emblemáticas que las eligen como hogar, como por ejemplo el «pasto de tortugas » o pradera de Thalassia testudinum, planta marina de aguas tropicales y sobre la que se alimenta la tortuga verde (Chelonya midas), cuyo pico está diseñado para esta dieta; y la «hierba del manatí» o praderas de Syringodium filiforme, sustento básico del impresionante manatí (Trichechus manatus), gran mamífero también de aguas tropicales, de hasta 3 metros de largo y 500 kilogramos de peso, que debe consumir hasta 50 kilogramos de estas plantas acuáticas cada día para mantener su cuerpo caliente.

Ya en nuestras costas, por todos es conocida la importancia de las praderas de Posidonia oceanica para la biodiversidad del Mediterráneo, único mar que cuenta con su presencia. Estas praderas, además de asegurar la existencia de gran cantidad de peces, moluscos y otros invertebrados de gran valor comercial, suponen también el hogar predilecto de algunas especies protegidas, como por ejemplo las enormes nacras o Pinna nobilis, extraordinario molusco de gran tamaño, protegido por diferente legislación nacional e internacional.

Entre las hojas de Cymodocea nodosa y Zostera spp. también se pueden llegar a concentrar varios cientos de especies diferentes, entre moluscos, crustáceos, cnidarios, peces, equinodermos, ascidias, algas, etc.; Cymodocea nodosa tiene gran capacidad para formar ecosistemas mixtos, ya sea con otras fanerógamas, o con algas, por lo que puede acoger un amplio rango de especies con distintas preferencias. Incluso las tortugas marinas frecuentan estos ambientes, alimentándose tanto de las hojas de las fanerógamas directamente, así como de otros organismos que viven entre o sobre sus hojas. Cabe destacar, además, la presencia de signátidos, familia de peces tan curiosos como los caballitos de mar (Hippocampus spp.), con algunas de sus especies protegidas nacional e internacionalmente y adaptados especialmente a vivir entre las hojas de esta fanerógama, por lo que se la conoce también como «hierba del caballito de mar».

frutos de cymodocea nodosa

La presencia de praderas de fanerógamas convierte el fondo marino en área de reproducción, guardería de alevines y zona de descanso y resguardo para numerosas especies de peces, lo que además atrae a sus depredadores, que, procedentes del ámbito pelágico, incrementan la biodiversidad del ecosistema. Por otro lado, también puede ser observada una gran diversidad y abundancia de macrofauna invertebrada, como bivalvos y crustáceos, así como de pequeños invertebrados y microalgas, distribuidos entre hojas y rizomas de estas plantas, sirviendo también de alimento para muchas otras especies.

La pérdida de praderas marinas conlleva un descenso de productividad y biodiversidad marina, alteración de la dinámica costera, disminución de la calidad de las aguas de baño, falta de oxigenación, inestabilización del sustrato, pérdida de arena en las playas y reducción de recursos pesqueros, lo que afecta directa e indirectamente a los humanos.

La desaparición de las praderas marinas repercute negativamente en el valor tanto ecológico como económico de los ecosistemas costeros.

Considerada su presencia como indicador de alta calidad ambiental del medio costero, las zonas marinas degradadas que han sufrido una regresión de sus praderas han visto reducida drásticamente la biodiversidad que albergaban, al tiempo que han experimentado un aumento de la turbidez de las aguas y la inestabilidad de las playas cercanas, anteriormente protegidas del oleaje por las presencia de praderas.Todo ello con la consiguiente repercusión sobre todo tipo de actividades humanas desarrolladas en zonas próximas.

zostera marina

Actividades como el turismo, la pesca recreativa, artesanal, industrial y submarina o el buceo recreativo sufren las consecuencias de la pérdida de la biodiversidad marina, que la presencia de praderas sanas asegura en las costas. Esta reducción en la biodiversidad origina directamente grandes pérdidas económicas por diversas afecciones, como desaparición de zonas atractivas para el buceo, desaparición de recursos pesqueros disponibles, reducción parcial o total de la anchura de las playas con la consiguiente pérdida de atractivo turístico, etc., e, indirectamente, por las actividades a desarrollar a posteriori para paliar dichos efectos, como la restauración de playas, económica y ambientalmente de gran impacto, y la costosa búsqueda de peces y otras especies cada vez más escasos.

C. nodosa, por ser especie pionera y colonizadora, así como muy resistente a variaciones de temperatura y salinidad, posibilita el asentamiento de Posidonia oceanica en zonas inaccesibles para ésta. El papel ecológico de ambas especies como zona de cría, reproducción y descanso para especies comerciales costeras las convierte además en zona de alimentación para otras especies comerciales marinas.Todo ello multiplica su importancia como factor imprescindible para asegurar un futuro saludable y productivo a las costas, hecho que debe ser tenido muy en cuenta a la hora de planificar la gestión del litoral.

posidonia y estrellas de mar

Igualmente importante es el papel de estas praderas marinas como bioindicadores; es decir, como indicadoras biológicas del buen estado de salud de las aguas litorales. Debido a su alta sensibilidad a los cambios en las condiciones ambientales físicas, químicas y biológicas, son capaces de «alertar» sobre los efectos negativos de actividades desarrolladas en su entorno. Esto se debe a que incluso leves variaciones en luminosidad, temperatura o salinidad, entre otras, repercuten drásticamente en su desarrollo normal, siendo muy numerosos los casos de este tipo de alteraciones que encontramos en la práctica totalidad de las costas europeas, provocados por un sinfín de actividades humanas realizadas irresponsablemente y sin control, que en numerosas ocasiones quedan impunes por la falta de aplicación de las correspondientes sanciones que tales acciones, por ley, merecen.

Numerosos estudios ofrecen estimaciones del valor económico de los servicios que los ecosistemas ofrecen, incluidas las praderas marinas. Debido a la dificultad – o imposibilidad – de calcular el valor y alcance total de estos servicios, no puede darse una cifra concreta, considerando que cualquier estimación es siempre a la baja.Teniendo todo esto en cuenta, se suele asignar a las praderas marinas la generación de un valor económico anual de entre 12.000 y 16.000 € por hectárea, superando hasta diez veces el valor asignado a los bosques tropicales y hasta tres veces el de los arrecifes de coral. En cambio,multitud de estimaciones superan con creces a la anterior, como es el caso de las praderas marinas del Indian River Lagoon, en Florida, donde se ha calculado un valor de 25.000 € anuales generados por hectárea, teniendo en cuenta solamente las ganancias pesqueras.

La importancia ecológica y económica de las praderas marinas es cada vez más reconocida, no sólo por los científicos, y su conservación es reivindicada de forma creciente por todos los agentes, públicos o privados, que de una u otra forma tienen algo que ver con el mar.

Conseguir una protección eficaz de estos espacios, y restaurar aquellos que están degradados para que puedan seguir realizando sus valiosas funciones ambientales, es una tarea que atañe a muchos y con la que todos debemos sentirnos identificados.

Mantener el mar y el litoral biológicamente vivos es una necesidad económica y ecológica, un requisito ineludible para la continuidad de los ciclos vitales y, por tanto, un forzoso compromiso de la sociedad actual ante las generaciones venideras.

Descargar en PDF el manual: Restauración de Praderas Marinas

Ver también: Brotes verdes de Posidonia en las Reservas Marinas

Enlaces: Oceana Fundación Banco Santander

Créditos: Fundación Banco Santander
de texto: Silvia García, Ricardo Aguilar y Ana de la Torriente
de las fotografías: OCEANA: Rafael Hernández, Sergio Gosálvez, Juan Cuetos, Houssine Kaddachi, Carlos Suárez,
Keith Ellenbogen, Juan Carlos Calvín,Thierry Lannoy, Jesús Renedo; Enrique Talledo

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