Se encuentra un nuevo drama en la biogeografía bajo el agua junto a respiraderos hidrotermales volcánicos
Cuando un volcán submarino entra en erupción, los resultados pueden ser devastadores, y fascinantes
Richard Lutz, un biólogo marino de la Universidad Rutgers en New Brunswick, Nueva Jersey, y sus colegas estudiaban a 2.500 metros bajo la superficie del océano cuando se encontraron con la 'tormenta'. Fue en abril de 1991, y una cordillera submarina, a 900 kilómetros de la costa de Acapulco, México, se dividió y abrió, introducciendo roca fundida a 1.200ºC en un agua a 2°C de temperatura. Los resultados fueron apocalípticos.
Si bien los investigadores se mantienen a una distancia segura de la acción en su sumergible, la «nieve» de los desechos microbianos que sopló a su alrededor señalaron la devastación en el sitio de la erupción. Las bacterias habían sido pujantes en las bocas de las chimeneas hidrotermales en el área, extrayendo energía del sulfuro de hidrógeno y otros productos químicos que salen del fondo del mar. A su vez, las bacterias nutren un ecosistema diverso de organismos: almejas, cangrejos, mejillones y ejércitos de gusanos de tubo. La erupción había asolado casi todo esto.