Las conexiones de las larvas entre los arrecifes se denominan conectividad del ecosistema
Los corales, la base literal de cualquier arrecife, se han ajustado y adaptado a su entorno durante milenios. Sin embargo, con el rápido calentamiento global, la pregunta clave es si su resiliencia natural puede mantenerse al día con este cambio ambiental extremo.
Si bien los arrecifes pueden recuperarse de condiciones adversas, lamentablemente la frecuencia y gravedad constantes de factores estresantes como las olas de calor marinas significa que no pueden recuperarse lo suficientemente rápido. Es necesario impulsar la resiliencia natural de un arrecife y su capacidad para recuperarse frente al estrés continuo y creciente del cambio climático.
Conectividad
A pesar del estrés continuo y los eventos de blanqueamiento masivo en las últimas décadas, la Gran Barrera de Coral sigue siendo viable, gracias en parte a su capacidad secreta de autorrecuperación: la conectividad.
Como un bosque que continúa creciendo a medida que se siembran nuevas semillas, cada año, durante los eventos de desove, las larvas de coral fertilizadas viajan, se asientan y reponen las poblaciones de arrecife. Al ser tan pequeñas, las larvas se mueven en las corrientes que fluyen de un arrecife a otro, creando caminos parecidos a las autopistas que conectan las ciudades. Las conexiones de las larvas entre los arrecifes se denominan conectividad del ecosistema. Es esto lo que mantiene la biodiversidad y garantiza que los arrecifes sigan prosperando.
Sin embargo, no todos los arrecifes son iguales. Las investigaciones sugieren que debido a su ubicación y la densidad de corales reproductores residentes, un pequeño porcentaje de arrecifes puede reponer corales en casi la mitad de la Gran Barrera de Coral.
En un sistema vasto y complejo como la Gran Barrera de Coral, compuesto por más de 3.000 arrecifes individuales, la escala a la que necesitamos desbloquear la resiliencia natural y restaurar el arrecife puede resultar abrumadora. Gracias a la conectividad natural, sabemos que podemos dirigir estratégicamente nuestros esfuerzos a entre 100 y 200 arrecifes altamente conectados, para crear un efecto dominó y comenzar a cambiar las tendencias de recuperación a largo plazo, incluso frente a la aniquilación de una población de coral local.
Predecir dónde se encuentran estos arrecifes "centro de suministro de larvas" es parte del trabajo de equipos especializados de inteligencia ecológica en el Programa de Restauración y Adaptación de Arrecifes.
Sobreviviendo al primer año
Imagina un arrecife como campo de batalla, con corales bebés como valientes héroes. Deben sobrevivir a las algas incrustantes que pueblan el fondo del océano, a los hambrientos depredadores, a las olas que mueven rocas y destructivos escombros y el sol ardiente que vence el calor y la luz extremos. No es de extrañar que sin intervención sólo una de cada millón de diminutas larvas de coral sobreviva su primer año.
En este momento, los investigadores de arrecifes están investigando todos los factores que obstaculizan o ayudan a los corales bebés en cada etapa de su vida, desde la fertilización hasta el asentamiento y el crecimiento temprano. Podemos utilizar esa información para mejorar la supervivencia y mejorar las probabilidades:
Ahora entendemos muchos de los factores que pueden inhibir o alentar a una larva de coral a asentarse en una superficie particular. Al colocar corales recién asentados en 'cunas de coral' especialmente diseñadas a prueba de depredadores que también limitan el crecimiento de algas, estamos viendo mejoras en la supervivencia una vez que se despliegan en ciertos hábitats de arrecifes.
El hábitat perfecto
Cualquier visitante de la Gran Barrera de Coral sabe que ningún arrecife se parece al otro. Su belleza (y su fuerza) está en su diversidad. Si bien nos referimos a él como un ecosistema único, el arrecife se extiende por miles de kilómetros y contiene innumerables microhábitats. Ciertos tipos de coral crecen en abundancia en áreas particulares, otros en otros lugares, y cada uno proporciona hogar para tipos particulares de peces y otras especies marinas.
Comprender cómo crecen los corales en un hábitat de arrecife particular nos ayuda a decidir dónde y cómo podemos restaurar mejor y más eficientemente un arrecife con nuevos corales bebés.
Ahí es donde la inteligencia ecológica puede ayudar. El monitoreo detallado utilizando instrumentos como sensores de ondas y pH a largo plazo nos brinda información sobre las características químicas y biológicas de los sitios de arrecifes que influyen en el crecimiento y la recuperación de los corales. Las técnicas topográficas detalladas, como el mapeo fotográfico en 3D, brindan información más detallada.
Los investigadores utilizan plataformas llamadas plataformas de mapeo con múltiples cámaras para tomar fotografías superpuestas de los paisajes de los arrecifes. Suben las imágenes a un programa de software especializado que las convierte en mapas 3D.
La técnica se utiliza bajo el agua y está demostrando ser una forma rápida, precisa y no invasiva de mapear grandes áreas del arrecife, lo cual es crucial cuando se tiene un tiempo limitado en el agua.
Podemos determinar las características físicas como el volumen de los corales, así como la distancia entre los corales de la misma especie, a partir de estos mapas 3D y cuando volvemos a visitar los sitios, podemos medir los cambios a lo largo del tiempo.
Estos son factores importantes en cómo los arrecifes responden a las perturbaciones en su entorno y proporcionan datos vitales para mejorar la recuperación natural a través de la restauración.