La colonización de plantas mediada por aves revierte arraigadas suposiciones
Cuando en 1963 la isla volcánica de Surtsey surgió del Océano Atlántico Norte, ofreció a los científicos una oportunidad única de observar cómo se afianza la vida en una tierra nueva y estéril.
Durante décadas, los ecólogos creyeron que la capacidad de las plantas para llegar a remotos y aislados lugares dependía principalmente de adaptaciones especiales para la dispersión a larga distancia (por ejemplo, se pensaba que los frutos carnosos atraían a las aves, que comían los frutos y luego dispersaban las semillas), lo que daba a esas especies una ventaja decisiva para colonizar nuevas áreas.
Un nuevo estudio desafía esta arraigada visión. Investigadores de Islandia, Hungría y España descubrieron que la mayoría de las 78 especies de plantas vasculares que han colonizado Surtsey desde 1965 carecen de alguno de los rasgos tradicionalmente asociados con la dispersión a larga distancia.
En cambio, las gaviotas, los gansos y las aves playeras han desempeñado un papel fundamental en la llegada de semillas a la isla, llevándolas en sus intestinos o excrementos. De este modo, las aves han transportado una amplia gama de especies vegetales, sentando las bases del ecosistema en desarrollo de Surtsey.
Imagen: Densidad de eventos de colonización antes (a) y después (b) del establecimiento de la colonia de gaviotas en 1986, visualizada mediante la Estimación de Densidad Kernel (KDE). Los mapas de KDE representan la probabilidad relativa de eventos de colonización en Surtsey. En el panel (b), se destacan las ubicaciones de las colonias de aves en 2024, con la evolución de la línea costera entre 1967 y 2024 al fondo. La colonia de gaviotas más grande se estableció en 1986. Ecology Letters (2025). DOI: 10.1111/ele.70234
"Las aves resultaron ser las verdaderas pioneras de Surtsey, portadoras de semillas de plantas que, según las teorías convencionales, no deberían poder llegar allí", afirma el Dr. Pawel Wasowicz, del Instituto de Ciencias Naturales de Islandia, uno de los autores del estudio.
"Estos resultados refutan las suposiciones tradicionales sobre la colonización vegetal y demuestran que, para comprender cómo se propaga la vida y cómo responde a los cambios ambientales, debemos observar las interacciones entre plantas y animales. La vida no se mueve aisladamente, sino que la sigue".
El Dr. Andy Green, de la Estación Biológica de Doñana (CSIC, España), quien codirigió la investigación, añade: "Nuestros hallazgos tienen implicaciones de gran alcance para la ecología y la conservación. Los animales, especialmente las aves, son impulsores clave de la dispersión y colonización de las plantas. A medida que las rutas migratorias cambian con el calentamiento global, las aves desempeñarán un papel vital ayudando a las plantas a desplazarse y adaptarse a nuevos entornos".
Imagen: Plantas colonizando un campo de lava en la isla Surtsey. Crédito: Pawel Wasowicz
El estudio subraya la importancia excepcional de Surtsey como laboratorio natural, donde los científicos pueden observar los procesos fundamentales de la vida: cómo surgen los ecosistemas, evolucionan y responden al cambio ambiental. Se necesitan nuevos modelos ecológicos que tengan en cuenta las interacciones biológicas reales en lugar de basarse únicamente en las características de las semillas o en las clasificaciones taxonómicas.
"Investigaciones a largo plazo como la realizada en Surtsey son invaluables para la biología", afirma el Dr. Wasowicz. "Nos permiten observar procesos ecológicos que, de otro modo, permanecerían invisibles: cómo coloniza, evoluciona y se adapta la vida. Este trabajo es esencial para comprender el futuro de los ecosistemas en un mundo en constante cambio".
El estudio se ha publicado en Ecology Letters: Putative ‘Dispersal Adaptations’ Do Not Explain the Colonisation of a Volcanic Island by Vascular Plants, but Birds Can













