Uso de accidentes geográficos costeros como infraestructura verde
Las costas, la interfaz entre la tierra y el mar, se encuentran en la primera línea de la batalla contra los impactos del cambio climático.
A nivel global, casi mil millones de personas viven hoy en un radio de 10 kilómetros de una costa y el mismo número vive en zonas a menos de 10 metros sobre el nivel del mar.
Estas poblaciones enfrentan algunos de los mayores peligros climáticos del mundo, como inundaciones costeras por la subida del nivel del mar y los efectos de huracanes y tormentas tropicales, que son cada vez más frecuentes y mortales. Si de aquí a 2100 el nivel del mar sube 2 metros, esto podría provocar la migración forzada de entre 72 y 187 millones de personas.
Sin embargo, las costas varían sustancialmente en sus propiedades físicas y se encuentran en todas las latitudes, entornos y con una variedad de ecosistemas y tipos de actividad humana. Esto significa que las respuestas de las costas al cambio climático variarán de un lugar a otro.
Varios estudios han identificado las costas arenosas como particularmente vulnerables al cambio climático, porque están formadas por granos de arena sueltos que las olas erosionan fácilmente. Una encuesta realizada en 2018 mostró que a nivel global el 24% de las costas arenosas ya estaban experimentando una persistente erosión neta debido al cambio climático, y se proyectaba que esto empeoraría aún más en el futuro.
Esto es preocupante porque las costas arenosas son particularmente importantes para la biodiversidad, el almacenamiento de carbono, la agricultura y el turismo.
En un reciente estudio de las costas sudafricanas Jasper Knight, profesor de Geografía Física de la Universidad de Witwatersrand, examino las propiedades que contribuyen a su resiliencia física y biológica. Los accidentes geográficos costeros (características como estuarios, islas de barrera, playas y dunas de arenadunas de arena) pueden amortiguar los efectos del cambio climático y proporcionar servicios ecosistémicos y ambientales. Ver los accidentes geográficos costeros como "infraestructura verde" es una forma de trabajar con la naturaleza para gestionar los impactos del cambio climático.
Gestionar las costas para impulsar la resiliencia
No todas las costas arenosas responden de la misma manera al clima, en parte porque están formadas por diferentes accidentes geográficos. Las investigaciones muestran que estos accidentes geográficos responden de diferentes maneras a las olas, las mareas, el cambio del nivel del mar y el suministro de sedimentos.
Sus variados comportamientos significan que se requiere una variedad de respuestas de gestión para limitar los impactos del cambio climático en estos accidentes geográficos, y este es el desafío que enfrentan todas las costas a nivel mundial en el siglo XXI.
Sin embargo, hay algunos problemas. Muchos enfoques de gestión utilizados en el pasado son inapropiados o, de hecho, han empeorado la situación. Un ejemplo clásico es cuando se construye un espigón o un revestimiento a lo largo de una costa arenosa en erosión. Suele ser una estructura dura, alta y recta, a menudo construida de hormigón y diseñada para estabilizar la costa y mantener el mar alejado.
Imagen: Las zonas costeras de África occidental están sometidas a una intensa presión debido al crecimiento demográfico, la expansión económica y el cambio climático en curso.
Estas estructuras a menudo concentran, en lugar de dispersar, la energía de las olas entrantes, lo que provoca una mayor erosión de las playas y un socavamiento del espigón, y requiere la construcción de estructuras adicionales y más grandes a medida que la costa se erosiona aún más rápido. Muchas de estas estructuras de ingeniería diseñadas para proteger las costas son costosas, requieren un mantenimiento continuo y pueden tener consecuencias no deseadas similares. Por lo tanto, estas estructuras a menudo empeoran, no mejoran, los problemas costeros.
Más bien, se necesitan enfoques diferentes. Trabajar con (y no en contra) los procesos naturales y las formas del terreno que ya existen a lo largo de las costas arenosas puede ser una opción más eficaz y económica. Aquí es donde las playas naturales o las dunas de arena pueden proteger la tierra contra la erosión costera y mantenerse mediante procesos ecológicos y sedimentarios naturales.
En su estudio Knight ha demostrado cómo las formas naturales del terreno de diferentes entornos costeros pueden servir como infraestructura verde: características naturales que desempeñan la misma función que las estructuras de ingeniería dura en la protección costera. Las playas naturales o las dunas de arena pueden estabilizar la superficie terrestre y reducir las tasas de erosión, proporcionar servicios ecosistémicos y mantener la biodiversidad, almacenar carbono orgánico, modificar el microclima y reducir los impactos de los peligros costeros en las comunidades locales.
Sin embargo, este enfoque no se ha utilizado comúnmente en las costas, a pesar de sus beneficios ambientales.
El uso de accidentes geográficos costeros como infraestructura verde puede generar resiliencia costera al cambio climático. Esta es una situación en la que todos ganan tanto para las formas terrestres costeras como para las poblaciones.
Infraestructura verde
La infraestructura verde es parte de soluciones más amplias basadas en la naturaleza [PDF] para abordar los problemas ambientales y los impactos del cambio climático. Sin embargo, se necesitan una serie de avances para que el uso de infraestructura verde sea una práctica más amplia, pero no solo por parte de las autoridades, planificadores y administradores locales.
Las costas deben reconocerse como entornos naturalmente dinámicos y cambiantes, en lugar de entornos que deben controlarse y gestionarse. Deben reconocerse los múltiples y variados beneficios que las costas aportan al medio ambiente, los ecosistemas y las personas, incluida su relación entre sí.
Por lo tanto, es necesario considerar las costas como sistemas integrados y dinámicos, no simplemente como fronteras entre la tierra y el mar.
Y, por último, no todas las costas son iguales: las costas arenosas y rocosas funcionan de diferentes maneras, al igual que los arrecifes de coral, los manglares o las costas glaciares. Esto significa que cada línea costera tiene diferentes elementos que contribuyen a su resiliencia o vulnerabilidad general a los impactos del cambio climático.
El estudio fue publicado en el South African Geographical Journal: Nature-based solutions for coastal resilience in South Africa