Los característicos montículos han aparecido incluso en zonas urbanas de algunas ciudades
En la vasta extensión blanca que rodea Churapcha, en el este de Siberia, el deshielo cada vez más rápido del permafrost está cambiando el paisaje, agrietando casas y liberando gases de efecto invernadero.
Un número creciente de pequeños montículos están apareciendo en la región de Yakutia, en el Lejano Oriente ruso.
Conocidos como "bylars" en lengua yakuta, estos diminutos montículos no superan el metro de altura y presentan una forma poligonal casi regular.
"Los picos de estas formaciones son estables. Es el espacio entre los montículos el que se está hundiendo", dijo Nikita Tananayev, director del laboratorio climático de la Universidad Federal del Noreste en la capital regional, Yakutsk. "Con el cambio climático, el hielo se está derritiendo más rápido", declaró.
La distintiva forma de los montículos se debe a que el hielo subterráneo que se está derritiendo tiene forma de polígonos.
El permafrost es una capa de suelo que nunca se descongela y cubre alrededor del 65 % del territorio ruso.
Imagen: El deshielo también está liberando más dióxido de carbono y metano.
Récord de temperaturas templadas
Los característicos montículos han aparecido incluso en zonas urbanas de Yakutia.
En la ciudad de Churapcha, a unos 135 kilómetros de Yakutsk, el terreno que Innokenty Poselsky compró el año pasado para construir una casa tiene unos 20 montículos. "Hace unos 40 años, aquí había una pista de aterrizaje y el terreno era bastante llano", dijo el hombre de 34 años. "En las últimas cuatro décadas, el paisaje se ha vuelto irregular. Es así en todas partes", dijo.
Poselsky dijo que solo ha logrado nivelar la mitad del terreno. Su casa está construida sobre pilotes profundamente incrustados en el permafrost, como todos los edificios de la región.
El deshielo del permafrost está teniendo un visible efecto en las propiedades residenciales y comerciales: las paredes de algunos edificios se están hundiendo y agrietando.
"Más del 40% de los edificios sobre permafrost se ven afectados por el deshielo", declaró el año pasado Mijaíl Kuznetsov, director de la agencia federal para el desarrollo del Lejano Oriente ruso.
Tananayev atribuyó a la subida de las temperaturas al aumento.
Las temperaturas han subido "1,5 grados Celsius en los últimos 30 años" en Yakutia y "hasta dos grados en algunas zonas", añadió.
Imagen: En Yakutia las temperaturas han aumentado 1,5 grados centígrados en los últimos 30 años.
Las cifras coinciden con los datos de observatorios globales que utilizan núcleos de hielo que muestran que los dos últimos años (2023 y 2024) fueron los más calurosos en la Tierra en más de 120.000 años.
El calentamiento global es causado en gran medida por el consumo de combustibles fósiles y Rusia es el quinto mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero.
Virus y bacterias
"Una diferencia de uno o dos grados Celsius, incluso si las temperaturas siguen siendo negativas, es muy grande en términos científicos, ya que el permafrost no se congela tan profundamente como de costumbre", declaró Alexander Makarov, director del Instituto de Investigación Ártica y Antártica de San Petersburgo.
El instituto investiga el permafrost en 78 puntos de observación en 12 regiones de Rusia y espera aumentar el número a 140 puntos.
Imagen: Rusia es el quinto mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero.
El deshielo también libera más dióxido de carbono y metano, dos gases de efecto invernadero que se conservaron en el hielo durante miles de años. Esto crea un círculo vicioso, ya que los gases agravan el cambio climático y, a su vez, provocan un mayor deshielo del permafrost.
Además de los efectos sobre el clima, los científicos advierten que el deshielo del permafrost también supone un riesgo para la salud, ya que puede liberar bacterias y virus.
En 2016, un niño murió en Siberia a causa del ántrax, una enfermedad que no se había detectado en la región desde hacía 75 años.
Los científicos creen que provino de un reno que murió de ántrax y se conservó en hielo durante décadas.
Una vez liberada, la bacteria, que puede permanecer en el hielo durante más de 100 años, infectó a una manada de renos.