Podrían enfrentarse a reducciones de más del 60% en su área de distribución
Se sabe que las consecuencias del calentamiento climático son peligrosas para los ecosistemas marinos, con cambios ambientales como la acidificación y el calentamiento de los océanos, la alteración del suministro de nutrientes y la subida del nivel del mar. Para los moluscos, miembros importantes de los ecosistemas marinos, estos cambios podrían ser fatales.
Según una investigación presentada la semana pasada en GSA Connects 2025 en San Antonio, Texas, la modelización del cambio ambiental bajo escenarios de calentamiento climático indica que los moluscos del océano Atlántico occidental a lo largo de la costa de América del Norte podrían enfrentarse a reducciones de más del 60% en su área de distribución. Sorprendentemente, las pérdidas proyectadas se aplican a todas las especies de moluscos, independientemente de sus características físicas o adaptaciones ecológicas.
"Estamos intentando determinar si las especies con rasgos funcionales específicos podrían sobrevivir o tener más éxito que otras", afirma la Dra. Claudia Nuñez-Penichet, investigadora postdoctoral del Departamento de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de Virginia Tech. "No sirvió de nada. El panorama futuro para todas las especies que analizamos era muy desalentador, sobre todo bajo proyecciones climáticas más extremas con mayores emisiones de carbono".
Los moluscos, como las almejas, las ostras y los caracoles, son fundamentales para los ecosistemas marinos. Los moluscos filtradores, como las almejas, los mejillones y las ostras, ayudan a mantener la calidad del agua y a controlar la proliferación de algas.
Imagen: Los mejillones y otros animales acuáticos brindan una protección fundamental a los ecosistemas costeros.
Además de sus funciones biológicas, las conchas de los moluscos ayudan a estabilizar el sustrato, y formaciones como los arrecifes de ostras proporcionan hábitats para muchas otras especies. Las repercusiones de una pérdida masiva de moluscos en una región se extenderían a lo largo de toda la cadena alimentaria.
El modelo de Nuñez-Penichet identifica factores como la temperatura del agua superficial, la acidez y la velocidad de la corriente en el área de distribución actual de una especie de molusco, y localiza dónde se espera que ocurran condiciones similares en el futuro. Luego, los investigadores exploraron posibles cambios en la distribución de las especies bajo diferentes condiciones ambientales y escenarios de emisiones de carbono para pronosticar qué podría suceder en el futuro con los moluscos.
Este tipo de modelos no recogen todos los factores posibles que contribuyen a la supervivencia de las especies, como la migración, las interacciones bióticas o la subida del nivel del mar, por lo que el impacto real de un entorno cambiante podría ser diferente al previsto. Pero este trabajo ayudará a los conservacionistas a determinar dónde dirigir los esfuerzos para promover la resiliencia en las comunidades marinas costeras.
"En el caso de las especies de moluscos marinos, estamos mostrando qué áreas podrían ser más susceptibles" al riesgo de extinción, afirma Nuñez-Penichet.
De cara al futuro, Nuñez-Penichet y sus colaboradores esperan ampliar su estudio de 57 especies de moluscos a más de 200. Además, pretenden aplicar su modelo a datos paleontológicos para ver cómo los cambios ambientales del pasado moldearon los actuales ecosistemas marinos.
A pesar del desalentador panorama que presenta su modelo, Núñez-Penichet vislumbra un rayo de esperanza. Las tasas de pérdida de moluscos previstas para el año 2050 en un escenario de emisiones de carbono más extremo son similares a las previstas para 2100 en un escenario más moderado. Esto significa que las acciones humanas para limitar la quema de combustibles fósiles podrían prevenir los peores impactos en los moluscos y los ecosistemas marinos que sustentan.
"Podemos marcar la diferencia", afirma Núñez-Penichet, "si de verdad nos importa".












