El explorador James Balog hizo un viaje al sur para documentar la fusión del hielo en la Antártida
James Balog nos abrió los ojos con la exploración del Árticoy y los cambios producidos en el hielo del norte por el calentamiento del clima. Desde 2007 él ha desplegado cámaras alimentadas con energía solar junto a los glaciares de Groenlandia, Islandia, Alaska y las Montañas Rocosas para producir evidencia visual irrefutable de que están desapareciendo los antiguos glaciares.
Ahora, el fotógrafo realizador del galardonado documental Chasing Ice (abajo) se ha dirigido al sur.
Viajando a la Antártida a bordo del National Geographic Explorer, su equipo pasó el mes de febrero instalando nueve cámaras con lapso de tiempo que van a tomar fotos de los glaciares de la Antártida más o menos una vez cada hora durante el día, capturando alrededor de 4.000 imágenes de los hielos en los próximos nueve meses.
"Nuestro proyecto, el Extreme Ice Survey, ha estado mirando el retroceso de hielo en el hemisferio norte. Yo siempre quise tener cámaras aquí en el hemisferio sur, en la Península Antártica y en Georgia del Sur (Isla). Y esta expedición nos ha dado una gran oportunidad para hacer precisamente eso", dice Balog a National Geographic.
Las cámaras están montadas sobre una base sólida, ya sea acantilados verticales o losas planas de piedra, junto a estos glaciares. Están atornilladas con anclajes de roca sólida y guiados hacia abajo contra los feroces vientos de la Antártida por cables de acero inoxidable. Son muy estables, pero aún vibran un poco con los vientos. Y resisten vientos huracanados desde los fiordos, aunque tiemblan como una cuerda de guitarra.
"El Lindblad Expeditions National Geographic Explorer es un barco fantástico para hacer este tipo de trabajo. Cubre mucha distancia, llevándonos a lugares lejanos que de otra manera sería muy lento y/o caro o incluso imposible de conseguir. Así, desde este barco, todo nuestro equipo, cuatro hombres, puede bajar, instalar las cámaras de forma rápida, averiguar lo que está pasando con el paisaje, volver a la nave e ir a otro paisaje en menos de 24 horas. Y podemos hacerlo, francamente, con un buen techo sólido sobre nuestras cabezas y tres sólidas buenas comidas al día", dice Balog.
La Península Antártica es uno de los lugares más importantes del mundo para contar la historia de un clima cambiante. La estación Palmer, la base de investigación de los EE.UU., ha sido testigo del aumento de la temperatura del invierno en 11 grados Fahrenheit (6 grados centígrados) en los últimos 50 años. La temperatura media durante todo el año se ha calentado en 5 grados Fahrenheit (2,8 grados Celsius).
Esas tasas de cambio son enormes, tasas que son tremendas a la par con el calentamiento más grave visto en cualquier parte del hemisferio norte, incluyendo el suroeste de los EE.UU. y de la cuenca del Océano Ártico.