Tenían menos probabilidades de responder a estímulos olfativos como el olor de un depredador
La mayor parte del dióxido de carbono (CO2) asociado con la actividad humana es absorbido por los océanos, que actúan como un gran sumidero de carbono. Al hacerlo, los océanos ayudan a frenar el calentamiento global evitando que los gases de efecto invernadero atrapen el calor en la atmósfera pero, más abajo, el CO2 y el agua de mar reaccionan para formar ácido carbónico, lo que hace que el agua sea más ácida.
Entre los muchos problemas potenciales que esto causa a la vida marinavida marina, un nuevo estudio descubrió que los océanos cada vez más ácidos hacen que los peces pierdan su facultad del olfato (olfacción).
El olfato es clave para que los peces encuentren alimentos y hábitats seguros, eviten a los depredadores y se reconozcan unos a otros. El Dr. Cosima Porteus, investigador de la Universidad de Exeter, y sus colegas son los primeros en examinar el impacto en el sistema olfativo de los peces del aumento del CO2 en el océano.
En colaboración con investigadores del Centro de Ciencias del Mar (CCMar, Faro, Portugal) y del Centro de Ciencias del Medio Ambiente, Pesca y Acuicultura (Cefas), el equipo comparó el comportamiento de la lubina juvenil que nadó en aguas de distinta acidez, incluidos los valores que los científicos predicen para el final del siglo si continúan sin disminuir las tendencias actuales.
Desde la Revolución Industrial en el siglo XVIII, el CO2 oceánico ha aumentado en un 43% y, para el final del siglo, los científicos predicen que crecerá en otro 250%.
Los resultados de sus experimentos sugieren que los peces en aguas ácidas nadaban menos y tenían menos probabilidades de responder a estímulos olfativos como el olor de un depredador. Este tipo de peces también eran más propensos a "paralizarse", lo que es un signo de ansiedad.
Para medir objetivamente la capacidad de la lubina de detectar diferentes olores, los investigadores registraron la actividad de su sistema nervioso mientras que la nariz del pez estaba expuesta a agua de diferentes concentraciones de CO2 y acidez.
"El sentido del olfato de la lubina se redujo a la mitad en agua de mar que se acidificó con un nivel de CO2 pronosticado para finales de siglo. Su capacidad para detectar y responder a algunos olores asociados con alimentos y situaciones amenazantes se vio más afectada que otros olores. Pensamos que esto se explica por el agua acidificada que afecta la forma en cómo se unen las moléculas odorantes a los receptores olfativos en la nariz del pez, reduciendo la capacidad de distinguir estos importantes estímulos. Por lo tanto, el aumento de los niveles atmosféricos de CO2 amenaza los ecosistemas acuáticos naturales y nuestro suministro de alimentos", dijo en un comunicado el Dr. Porteus en un comunicado el Dr. Porteus.
La acidez oceánica está en aumento
Al menos una cuarta parte del dióxido de carbono (CO2) liberado al quemar carbón, petróleo y gas no permanece en el aire, sino que se disuelve en el océano. Desde el comienzo de la era industrial, el océano ha absorbido alrededor de 525 mil millones de toneladas de CO2 de la atmósfera, actualmente alrededor de 22 millones de toneladas por día.
Un peor sentido del olfato es solo uno de los muchos efectos negativos de la acidificación oceánicacación oceánica, que a veces se denomina "la gemela mala del cambio climático". Tómanos a los humanos, por ejemplo, cuyo pH de sangre normal oscila entre 7.35 y 7.45. Solo una ligera disminución en el pH de la sangre de 0.2-0.3 puede causar convulsiones, comas e incluso la muerte. Del mismo modo, incluso un pequeño cambio en la acidez del agua de mar puede tener efectos perjudiciales en la vida marina, lo que afecta la comunicación química, la reproducción, el sistema nervioso y el crecimiento.
Para algunas criaturas, el aumento de la acidez del océano es peor que en otras. Debido al pH más bajo del agua de mar, se unen los iones de carbonato, por lo que están menos disponibles para los corales, ostras, mejillones y muchos otros organismos con caparazón que los necesitan para construir conchas y esqueletos. Además, la acidificación de los océanos causa el blanqueamiento de los corales al expulsar las algas simbióticas que viven en sus tejidos, volviéndolos blancos y sujetos a la mortalidad.
"Nuestros intrigantes resultados muestran que el CO2 impacta directamente en la nariz del pez. Esto se sumará al impacto del CO2 en la función del sistema nervioso central sugerido anteriormente por otros, que propuso un procesamiento deficiente de la información en el cerebro mismo. Todavía no se sabe qué tan rápido podrán superar los peces estos problemas a medida que el CO2 se eleve en el futuro. Sin embargo, tener que lidiar con dos problemas diferentes causados por el CO2, en lugar de solo uno, puede reducir su capacidad de adaptación o el tiempo que esto tomará", comentó en un comunicado El Prof. Rod Wilson de la Universidad de Exeter.
Tal vez, para fines de siglo los peces tendrán la oportunidad de adaptarse evolutivamente, pero eso parece poco probable. El equipo también estudió los genes que se expresan en la nariz y el cerebro de la lubina, en busca de cualquier cambio en la respuesta al elevado CO2 y la acidez en el agua. Sorprendentemente, en lugar de encontrar una compensación por el sentido del olfato reducido de la lubina, los investigadores encontraron evidencia de una expresión reducida de genes para receptores de olores en la nariz, lo que en realidad empeora las cosas. Aunque solo se analizaron los genes de la lubina, muchas especies comparten los mismos genes y receptores de olores y, por lo tanto, los hallazgos deberían aplicarse de manera más amplia.
Los hallazgos aparecieron en la revista Nature Climate Change: Near-future CO2 levels impair the olfactory system of a marine fish
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