
Documentos obtenidos por activistas de Greenpeace muestran que se controló la información sobre la vida silvestre afectada por el desastre
Las imágenes del verano de 2010 fueron sin duda espantosas: el cadáver de un joven cachalote putrefacto y parcialmente comido por los tiburones, avistado en el mar al sur de la plataforma Deepwater Horizon.
Fue el primer avistamiento confirmado de una ballena muerta tras el derrame de petróleo de BP en el Golfo de México en abril de ese año - una época de enorme importancia en el apareamiento de las ballenas, delfines, tortugas marinas y otras especies animales amenazadas - y hasta ahora funcionarios del gobierno de los EE.UU. ocultaron los primeros informes sobre el descubrimiento y bloquearon todas las imágenes.