La presencia de sucralosa obstaculizaba el crecimiento de algas verdiazules
Con tantos consejos de salud para evitar el exceso de azúcar en nuestra dieta para reducir los riesgos de obesidad y caries, algunas personas optan por utilizar edulcorantes artificiales como alternativa en bebidas calientes y recetas.
Se pueden fabricar en el laboratorio edulcorantes artificiales que imitan la composición del azúcar a partir de carbono, hidrógeno y oxígeno. Algunos informes sugieren que los edulcorantes artificiales afectan directamente la salud intestinal humana, pero actualmente hay poca evidencia de ello.
Rara vez se considera el destino de estos edulcorantes una vez que entran en nuestro medio ambiente. Pero un reciente estudio de investigadores del Laboratorio Whitney de Biociencia Marina de la Universidad de Florida muestra que un edulcorante artificial de uso común, la sucralosa, puede tener efectos negativos en nuestros ecosistemas de agua dulce.
Este estudio midió el efecto de la sucralosa (también conocida como E955), uno de los edulcorantes aprobados para su uso en el Reino Unido, sobre los microbios en sus sistemas de agua. Los investigadores descubrieron que la presencia de sucralosa obstaculizaba el crecimiento de algas verdiazules (o cianobacterias) que realizan la fotosíntesis para producir oxígeno, ayudan a regular los niveles de oxígeno en el medio marino y proporcionan una fuente de alimento para muchos organismos, incluidos los peces.
La ingestión de sucralosa en lugar de estos nutrientes significa que los microbios no crecen, ya que las enzimas que degradan los azúcares naturales no pueden descomponer la sucralosa para alimentar su metabolismo.
A su vez, esto puede tener efectos adversos en la cadena alimentaria y alterar ecosistemas cuidadosamente equilibrados una vez que la sucralosa se libere en el sistema hídrico y en el medio ambiente en general. Un estudio de 2019 encontró que la presencia de sucralosa puede causar daños en el ADN y mutaciones genéticas en peces de agua dulce como la carpa.
Imagen: La sucralosa no se descompone fácilmente en el medio ambiente, lo que produce efectos negativos en los ecosistemas acuáticos y posiblemente también en la vida silvestre.
Dulce pero persistente
Los edulcorantes artificiales como la sucralosa no son metabolizados por el cuerpo humano, por lo que se excretan; esto es lo que los convierte en alternativas al azúcar bajas en calorías. Y ahí es donde comienza el problema medioambiental. Las plantas de tratamiento de aguas residuales actuales no pueden eliminar estos imitadores de azúcar, lo que significa que terminan en nuestro medio ambiente: en nuestra agua, ríos y suelo.
Para agravar esto, la sucralosa es muy difícil de descomponer: es un contaminante persistente o "químico eterno". Esto se debe a que no sufre fácilmente una descomposición bacteriana.
Los productos químicos eternos están cada vez más presentes en nuestros arroyos, ríos y océanos, sobre todo las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) que no se degradan. Los PFAS son sustancias químicas sintéticas que se encuentran en muchos productos de consumo, incluidos productos para el cuidado de la piel, cosméticos y ropa impermeable [PDF]. Las PFAS pueden permanecer en el cuerpo humano durante muchos años y algunas presentan importantes riesgos para nuestra salud: pueden causar daño hepático, enfermedades de la tiroides, obesidad, infertilidad y cáncer.
Los edulcorantes artificiales que persisten en nuestro medio ambiente actúan como PFAS porque no se pueden descomponer. Si no pueden evitarse por completo, entonces se necesitan urgentemente métodos para eliminarlos y recuperarlos de las aguas residuales de forma adecuada.
Estos incluyen el uso de membranas biomiméticas: dispositivos de filtración que contienen proteínas naturales que eliminan los contaminantes del agua. Investigadores de todo el mundo están desarrollando nuevas membranas bioinspiradas que imitan las puertas biológicas que se encuentran en la naturaleza. Estos podrán extraer selectivamente compuestos del agua a baja presión con un bajo aporte de energía.
Por ejemplo, las células necesitan absorber fosfato para producir ADN, pero esto no puede simplemente atravesar las membranas grasas que rodean todas las células. Por lo tanto, existen proteínas de transporte especiales en las membranas celulares, que actúan como "puertas" específicas para permitir que el fosfato entre en las células. Las membranas bioinspiradas extraen e incorporan estas proteínas de transporte en membranas plásticas que pueden usarse para eliminar comercialmente el fosfato del agua de una manera específica.
Por encima de todo, esta investigación debería servir como recordatorio de que los formuladores de políticas y las empresas de agua deben esforzarse más para minimizar las numerosas fuentes de contaminación química que pueden afectar la calidad del agua en el medio ambiente.
El estudio se ha publicado en Environmental Monitoring and Assessment: Sucralose (C12H19Cl3O8) impact on microbial activity in estuarine and freshwater marsh soils