Hay pruebas de sus efectos tóxicos en todos los niveles de organización biológica
Han pasado 20 años desde que un artículo publicado en la revista Science mostró la acumulación en el medio ambiente de diminutos fragmentos y fibras de plástico, partículas que se denominaron "microplásticos".
El artículo abrió todo un campo de investigación. Desde entonces, más de 7.000 estudios publicados han demostrado la prevalencia de microplásticos en el medio ambiente, en la vida silvestre y en el cuerpo humano.
¿Qué hemos aprendido entonces? En un artículo publicado el 19 septiembre de 2024, un grupo internacional de expertos, entre los que se incluye Karen Raubenheimer, profesora titular de la Universidad de Wollongong, resume el estado actual de los conocimientos.
En resumen, los microplásticos están muy extendidos y se acumulan en las zonas más remotas de nuestro planeta. Hay pruebas de sus efectos tóxicos en todos los niveles de organización biológica, desde los diminutos insectos que se encuentran en la base de la cadena alimentaria hasta los depredadores máximos.
Imagen: Recolección de trozos de plastico
Los microplásticos están presentes en alimentos y bebidas y se han detectado en todo el cuerpo humano. Cada vez hay más pruebas de sus nocivos efectos.
La evidencia científica es ahora más que suficiente: se necesita urgentemente una acción colectiva global para abordar los microplásticos, y el problema nunca ha sido más acuciante.
Diminutas partículas, un enorme problema
Los microplásticos se consideran generalmente partículas de plástico de 5 mm o menos en una dimensión.
Algunos microplásticos se añaden intencionalmente a los productos, como las microperlas de los jabones faciales.
Otros se producen de forma no intencionada cuando se descomponen objetos de plástico de mayor tamaño (por ejemplo, las fibras que se liberan al lavar una chaqueta polar de poliéster).
Imagen derecha: Fuentes y vías que conducen a la acumulación ambiental de microplásticos. (A) Actividades humanas que conducen a seis fuentes clave de microplásticos; (B) la contribución relativa de cada una de ellas al medio marino, junto con (C) cantidades notificadas en diversos compartimentos ambientales. Téngase en cuenta que las comparaciones entre compartimentos ambientales deben realizarse con cautela debido a las variaciones en los métodos de muestreo y enumeración.
Los estudios han identificado algunas de las principales fuentes de microplásticos como:
• limpiadores cosméticos
• textiles sintéticos
• neumáticos de vehículos
• fertilizantes recubiertos de plástico
• películas de plástico utilizadas como mantillo en la agricultura
• cuerdas y redes de pesca
• "Relleno de caucho granulado" utilizado en césped artificial
• reciclado de plásticos
La ciencia aún no ha determinado la velocidad a la que los plásticos más grandes se descomponen en microplásticos. También se sigue investigando la rapidez con la que los microplásticos se convierten en "nanoplásticos", partículas aún más pequeñas invisibles a simple vista.
Medición del flagelo de los microplásticos
Es difícil evaluar el volumen de microplásticos en el aire, el suelo y el agua, pero los investigadores lo han intentado.
Por ejemplo, un estudio de 2020 estimó que entre 0,8 y 3 millones de toneladas de microplásticos ingresan a los océanos de la Tierra cada año.
Y un informe reciente sugiere que la fuga al medio ambiente terrestre podría ser de tres a diez veces mayor que la que se produce en los océanos. Si es correcto, significa entre 10 y 40 millones de toneladas en total.
Imagen: Los microplásticos en el medio ambiente podrían más que duplicarse para 2040. Shutterstock
Las noticias son peores. Para 2040, las emisiones de microplásticos al medio ambiente podrían más que duplicarse. Incluso si los humanos detuvieran el flujo de microplásticos al medio ambiente, continuaría la descomposición de plásticos más grandes.
Se han detectado microplásticos en más de 1.300 especies animales, incluidos peces, mamíferos, cetáceos, aves, corales e insectos.
Algunos animales confunden las partículas con comida y las ingieren, lo que les provoca daños, como obstrucción intestinal. Los animales también sufren daños cuando los plásticos que contienen liberan las sustancias químicas que contienen (o las sustancias que se adhieren a ellos).
Invasores en nuestro cuerpo
Se han identificado microplásticos en el agua que bebemos, el aire que respiramos y los alimentos que comemos, incluidos los productos del mar, la sal de mesa, la miel, el azúcar, la cerveza y el té.
A veces, la contaminación se produce en el medio ambiente. Otras veces, es el resultado del procesamiento, el envasado y la manipulación de los alimentos.
Imagen derecha: Lugares en el cuerpo humano donde se han reportado microplásticos.
Se necesitan más datos sobre los microplásticos en alimentos humanos, como productos de animales terrestres, cereales, granos, frutas, verduras, bebidas, especias y aceites y grasas.
Las concentraciones de microplásticos en los alimentos varían ampliamente, lo que significa que los niveles de exposición en humanos de todo el mundo también varían. Sin embargo, algunas estimaciones, como la de que los humanos ingieren cada semana plástico equivalente al de una tarjeta de crédito, son exageraciones.
A medida que los equipos han avanzado, los científicos han identificado partículas más pequeñas. Han encontrado microplásticos en nuestros pulmones, hígado, riñones, sangre y órganos reproductivos. Los microplásticos han cruzado las barreras protectoras y han llegado a nuestros cerebros y corazones.
Si bien eliminamos algunos microplásticos a través de la orina, las heces y los pulmones, muchos permanecen en nuestro cuerpo durante mucho tiempo.
¿Qué efecto tiene esto sobre la salud de los seres humanos y otros organismos? Con el paso de los años, los científicos han cambiado la forma de medirlo.
Al principio, en las pruebas de laboratorio, se utilizaban altas dosis de microplásticos. Ahora, se utiliza una dosis más realista que representa mejor a qué estamos expuestos nosotros y otras criaturas.
Además, la naturaleza de los microplásticos difiere. Por ejemplo, contienen diferentes sustancias químicas e interactúan de forma diferente con los líquidos o la luz solar. Y las especies de organismos, incluidos los humanos, varían entre individuos.
Esto complica la capacidad de los científicos para vincular de manera concluyente la exposición a los microplásticos con sus efectos.
En lo que respecta a los seres humanos, se están logrando avances. En los próximos años, se espera una mayor claridad sobre los efectos en nuestros cuerpos, como:
• Inflamación
• Estrés oxidativo (un desequilibrio de radicales libres y antioxidantes que daña las células)
• Respuestas inmunitarias
• Genotoxicidad: daño a la información genética de una célula que causa mutaciones que pueden derivar en cáncer
¿Qué podemos hacer?
La preocupación pública por los microplásticos va en aumento, a lo que se suma la probable exposición a largo plazo a estos, dado que es casi imposible eliminarlos del medio ambiente.
Imagen: Biodisponibilidad de plásticos y microplásticos, según tamaño y fuentes clave. A medida que los artículos de plástico se fragmentan en trozos cada vez más pequeños, se vuelven accesibles para una gama más amplia de organismos (filas horizontales descendentes) y también aumenta el potencial de transferencia a lo largo de las cadenas alimentarias (flechas diagonales).
La contaminación por microplásticos es el resultado de las acciones y decisiones humanas. Nosotros creamos el problema y ahora debemos crear la solución.
Algunos países han promulgado leyes que regulan los microplásticos, pero esto no es suficiente para abordar el problema. Es ahí donde un nuevo acuerdo jurídicamente vinculante, el Tratado Global sobre Plásticos de la ONU, ofrece una importante oportunidad. La quinta ronda de negociaciones comienza en noviembre.
El tratado tiene como objetivo reducir la producción mundial de plásticos, pero el acuerdo también debe incluir medidas para reducir específicamente los microplásticos.
En definitiva, es necesario rediseñar los plásticos para evitar la liberación de microplásticos, y es necesario lograr la participación de las personas y las comunidades para impulsar el apoyo a las políticas gubernamentales.
"Después de 20 años de investigación sobre microplásticos, todavía queda mucho por hacer, pero tenemos pruebas más que suficientes para actuar ahora", dice Karen Raubenheimer.
Los hallazgos se han publicado en la prestigiosa revista internacional Science: Twenty years of microplastics pollution research—what have we learned?