Han provocado un aumento de la contaminación del agua por metales pesados
A principios de 2020, los habitantes de las ciudades portuarias de todo el mundo empezaron a respirar un poco más tranquilos gracias a las nuevas regulaciones de la Organización Marítima Internacional (OMI), el organismo supervisor del transporte marítimo internacional, que restringieron la cantidad de contaminación por óxido de azufre que los barcos podían tener en sus gases de escape.
Los óxidos de azufre, también conocidos como gases SOX, pueden provocar una serie de efectos nocivos, como enfermedades cardíacas y pulmonares y asma. En todo el mundo, la contaminación por azufre está vinculada a unas 400.000 muertes prematuras y 14 millones de nuevos casos de asma infantil cada año.
Las compañías navieras cumplieron en gran medida con la nueva norma de la OMI, pero una de las principales herramientas de esta labor de limpieza (los dispositivos conocidos como depuradores de buques) tuvo un desafortunado efecto secundario. Si bien la tecnología ha desviado con éxito grandes cantidades de contaminantes del aire, también ha enviado al mar un flujo constante de metales pesados, contaminando la vida marina y causando daños por millones de dólares.
Según Erik Nøklebye, director general de la naviera sueca Wallenius Lines, el problema no fue negligencia ni descuido, sino más bien un ejemplo de una "imperfecta solución de innovación".
Cuando la OMI emitió sus nuevas regulaciones, dice Nøklebye, las compañías navieras tenían esencialmente dos opciones: cambiar del combustible pesado predeterminado a un combustible con bajo contenido de azufre más caro, o instalar un depurador de buques, un dispositivo que rocía agua del océano sobre los gases de escape antes de que salgan del motor, capturando los dañinos gases SOX como una solución de ácido sulfúrico.
Imagen: Estado ambiental agregado en aguas europeas, considerando todos los descriptores e indicadores incluidos, de las cuencas marinas europeas notificado a la base de datos del Sistema de Información sobre Aguas Marinas para Europa de la Agencia Europea de Medio Ambiente. El resultado se basa en los informes de 2018 de los estados miembros de la UE conforme a la DMEM (2008/56/CE) aplicando el principio de uno fuera todos fuera.
Los depuradores de buques son de dos tipos: de circuito cerrado y de circuito abierto. Los depuradores de circuito cerrado almacenan la mezcla sulfurosa y fangosa resultante en un tanque que debe vaciarse en el puerto. Los depuradores de circuito abierto vierten ese lodo directamente al mar.
El agua del océano ya contiene una gran cantidad de compuestos sulfurosos, por lo que a muchas personas no les preocupaba demasiado añadir más. Y como los depuradores de circuito abierto ahorran espacio y peso en comparación con sus homólogos de circuito cerrado, los han elegido muchos armadores.
Sin embargo, en los gases de escape de los barcos que utilizan combustibles fósiles se esconden compuestos mucho más insidiosos, incluidos potentes tóxicos como metales pesados e hidrocarburos aromáticos policíclicos. Y en el caso de los barcos que utilizan depuradores de circuito abierto (o incluso de circuito cerrado que han sobrepasado sus tanques de almacenamiento), todo esto también ha ido directamente al agua. Así, con el tiempo, los depuradores de barcos han enviado un flujo de compuestos tóxicos a las vías fluviales costeras de todo el mundo.
"Si sólo se observa el azufre, no parece tan grave", explica Anna Lunde Hermansson, quien estudió la contaminación por depuradores como estudiante de posgrado en la Universidad Tecnológica de Chalmers en Suecia. "Pero si consideramos las partículas peligrosas, los metales pesados y los compuestos orgánicos que también se encuentran en los gases de escape, entonces vemos el gran problema".
Algunas organizaciones ambientalistas advirtieron sobre este resultado cuando los depuradores estuvieron disponibles por primera vez. Y como Hermansson y sus colegas muestran en una nueva investigación, entre 2014 y 2022 se liberaron cada año más de 10 mil millones de metros cúbicos de agua tóxica de depuradores en los océanos del mundo.
Centrándose en el Mar Báltico, los científicos estiman que la contaminación adicional causó daños ambientales por valor de más de 750 millones de dólares, una cifra calculada con base en modelos de la disposición de la gente a pagar para evitar la degradación ambiental marina.
Imagen: Los vertidos de los barcos con los llamados depuradores provocan graves daños en el mar Báltico. Un nuevo estudio de la Universidad Tecnológica de Chalmers (Suecia) demuestra que estas emisiones han provocado una contaminación equivalente a unos costes socioeconómicos de más de 680 millones de euros entre 2014 y 2022. Al mismo tiempo, los investigadores señalan que las inversiones de las navieras en la tecnología, que ha dado mucho que hablar, de "lavar" los gases de escape y descargarlos al mar, ya se han amortizado en la mayoría de los barcos. Esto significa que el sector gana ahora miles de millones de euros haciendo funcionar sus barcos con fueloil pesado barato en lugar de combustible más limpio.
Otros científicos respaldan los hallazgos, mostrando los efectos perjudiciales de la contaminación del agua causada por los depuradores de los barcos sobre la vida oceánica. Las investigaciones muestran que cuando se exponen al agua del depurador, algunas criaturas, como los copépodos pelágicos, simplemente mueren, mientras que otras, incluidos ciertos mejillones, tienen dificultades para desarrollarse.
De los aproximadamente 60.000 grandes buques que navegan por los mares del mundo, sólo 4.379 utilizan depuradores, afirma Natasha Brown, responsable de información pública de la OMI. "Es un porcentaje pequeño. Desde luego, no es la mayoría de los buques", afirma.
Según Brown, nunca se pensó que los depuradores fueran la solución definitiva al problema del azufre en los barcos. Cuando la OMI emitió su regulación del azufre, dice Brown, la intención era estimular a la industria naviera a encontrar soluciones innovadoras, ya sean combustibles más limpios o nuevas tecnologías para limpiar los gases de escape a niveles aceptables. Pero muchas compañías navieras optaron por los depuradores como una opción más fácil.
Con el tiempo, la OMI ha respondido endureciendo las normas sobre la descarga de agua de depuración, por ejemplo poniendo límites a su acidez. "Es un proceso continuo", dice Brown, y agrega que la OMI agradece cualquier estudio nuevo para poder revisar o cambiar las pautas.
Los depuradores cumplen su función: reducir la contaminación por azufre. "Pero creo que deberíamos habernos dado cuenta bastante pronto de que se trataba más bien de una solución provisional", afirma Nøklebye.
Por eso, en junio de 2024, varios ejecutivos de la industria naviera, incluido Nøklebye, colaboraron con el equipo de Hermansson para pedir al gobierno sueco que prohibiera los depuradores de circuito abierto, argumentando que los dispositivos causan daños inaceptables a los ecosistemas marinos. Poco después, el gobierno sueco anunció una medida para prohibir las descargas de agua de los depuradores de circuito abierto en su territorio marítimo a partir de julio de 2025, y de todos los depuradores a partir de enero de 2029.
El gobierno danés siguió el ejemplo y estableció las mismas fechas de prohibición. Mientras tanto, China, Singapur y Alemania ya habían prohibido los depuradores de circuito abierto en sus aguas costeras poco después de que los barcos comenzaran a instalarlos.
"Las innovaciones y las nuevas ideas nunca son perfectas", afirma Nøklebye. Pero "la industria finalmente se dio cuenta de que esta no era la solución ambiental que tal vez esperaban".
La investigación se ha publicado en Nature Sustainability: Strong economic incentives of ship scrubbers promoting pollution
