Los consumidores habituales de productos del mar ingieren al año miles de partículas de microplásticos
No es ningún secreto: cuando saboreamos un delicioso trozo de pescado o un plato de marisco, no solo consumimos valiosos omega 3 y vitamina D. Junto a estos beneficios vienen elementos menos apetitosos: innumerables micro y nanoplásticos.
Estas partículas de plástico, que miden menos de 5 milímetros, entran en nuestros océanos a través de los desechos humanos y penetran en la cadena alimentaria. Según un estudio del Ifremer, alrededor de 24.400 billones de microplásticos flotan en la superficie del océano.
Estas partículas se encuentran en todos los organismos marinos, desde las microalgas hasta los peces, que ocupan los niveles superiores de la cadena alimentaria. Este fenómeno no solo amenaza los ecosistemas marinos, sino que también plantea preocupaciones sobre los posibles riesgos para la salud humana.
¿Qué sabemos exactamente sobre la acumulación de estos contaminantes en la vida marina y los peligros que suponen para la salud humana?
Imagen: Los organismos marinos bioacumulan micro y nanoplásticos que los humanos vierten al mar. Naja Bertolt Jensen/Unsplash, CC BY-NC-SA
Micro y nanoplásticos: una amenaza invisible
Desde la década de 1950, la producción de plástico ha crecido exponencialmente, alcanzando en 2022 los 58 millones de toneladas solo en Europa. Esto ha generado enormes cantidades de residuos.
Con el tiempo, el viento, las olas, la luz solar y los microorganismos descomponen en microplásticos (1-5 mm) los desechos plásticos más grandes y nanoplásticos (más pequeños que 100 nanómetros), que ahora contaminan todas las partes del medio ambiente, incluido el aire, el suelo y el agua.
El proceso por el cual estos plásticos se acumulan en los organismos a lo largo de diferentes niveles de la cadena alimentaria se conoce como "bioacumulación".
"Las investigaciones de nuestro laboratorio revelan que, en entornos acuáticos, los micro y nanoplásticos son ingeridos por una amplia gama de especies, desde las microalgas en la base de la cadena alimentaria hasta los principales depredadores como las anguilas", dice Amélie Châtel, profesora de ecotoxicología acuática de la Universidad Católica del Oeste en Francia.
Imagen: Recogiendo muestras de invertebrados de agua dulce C. fluminea en el río Loira. Amélie Châtel
El impacto en la vida marina
Estas ingestiones tienen graves consecuencias. Los estudios demuestran que los microplásticos pueden causar efectos tóxicos en los animales marinos.
Por ejemplo, en los mejillones, los microplásticos pueden bloquear los sistemas digestivos, activar respuestas inmunes, causar daños en el ADN e interferir con la expresión de genes esenciales para diversas funciones celulares.
La gravedad de estos efectos depende del tamaño de los plásticos, su composición, el grado de degradación y los aditivos químicos nocivos que puedan contener.
Los plásticos suelen contener altos niveles de ftalatos, que son disruptores endocrinos. Estas sustancias químicas pueden interferir con los sistemas hormonales, lo que supone riesgos no solo para la vida marina, sino también para los seres humanos.
Imagen: Macrorresiduos plásticos recogidos en Montjean sur Loire. Amélie Chatel
Riesgos para la salud humana
Los plásticos ingeridos por los animales marinos acaban inevitablemente en nuestro suministro de alimentos.
Se calcula que los consumidores habituales de productos del mar ingieren al año miles de partículas de microplásticos. Aunque se están realizando investigaciones sobre los efectos precisos en la salud de los seres humanos, han surgido algunas preocupantes hipótesis.
Una vez dentro del cuerpo humano, estas partículas pueden causar daños similares a los observados en los peces.
Los estudios realizados en células humanas indican que los micro y nanoplásticos pueden alterar las funciones celulares de forma similar a los efectos observados en los organismos marinos. Los científicos están especialmente preocupados por los efectos tóxicos de los aditivos plásticos.
Además, los micro y nanoplásticos pueden actuar como portadores de patógenos o bacterias, aumentando potencialmente el riesgo de enfermedades infecciosas.
"No se puede exagerar la urgencia de abordar la bioacumulación de plástico en la cadena alimentaria. Si tomamos medidas rápidas para limitar el uso de plástico y mejorar las tecnologías de reciclaje, podemos frenar la progresión de esta crisis ambiental y sanitaria", concluye la profesora Châtel.
La investigación de Châtel se ha publicado en la revista PublMed: Toxicity assessment of environmental MPs and NPs and polystyrene NPs on the bivalve Corbicula fluminea using a multi-marker approach