Amy Heffernan se dedica a descubrir los efectos de la contaminación en las tortugas de arrecife
Hogar de la icónica tortuga verde (Chelonia mydas), la Gran Barrera de Coral se extiende muy cerca de las ciudades de la costa este de Australia. La contaminación química de la agricultura, la industria y los centros urbanos pasa a través de granjas, ciudades y vías fluviales, y finalmente termina en el océano. ¿Qué impacto tiene la actividad humana en este Área del Patrimonio Mundial y las especies vulnerables que lo llaman su hogar?
Las tortugas se alimentan en áreas costeras cercanas a la actividad humana, donde están expuestas a contaminantes de la tierra procedentes de agua contaminada, sedimentos y pastos marinos. El proyecto Rivers to Reef to Turtles, dirigido por el World Wide Fund for Nature Australia, reúne a un grupo de científicos de diferentes campos para investigar sus efectos.
El proyecto de cuatro años combina el monitoreo ambiental, la salud de las tortugas y la toxicología para comprender los efectos de los contaminantes químicos en las tortugas marinas verdes que se alimentan en tres áreas: un sitio remoto, alejado de actividades humanas, y dos sitios costeros afectados por actividades industriales y agrícolas.
Uno de estos científicos es la química analítica Amy Heffernan, que se especializa en espectrometría de masas, una herramienta para mapear la huella química de diferentes tipos de muestras, incluida la sangre de tortuga.
Usando este enfoque, Heffernan descubrió que el perfil químico orgánico era distinto para cada sitio de forrajeo en el arrecife, y que reflejaba los modelos cercanos de uso de la tierra. Por ejemplo, las tortugas de los sitios costeros habían estado expuestas a una amplia gama de productos químicos, incluidos los medicamentos humanos para el corazón y la gota, pesticidas y compuestos industriales como los ácidos sulfónicos.
Las tortugas, pastos marinos y algas, la dieta principal de las tortugas marinas, también tuvieron altos niveles de metales particulares, incluido el cobalto.
Además de medir los niveles de contaminantes químicos, los investigadores también analizaron la salud general de las tortugas. Muchas de las muestras costeras mostraron signos de estrés sistémico, incluida la disfunción hepática y la inflamación neurológica. Esto no fue visto en los animales del sitio remoto.
Los principales desafíos para este proyecto han sido encontrar una manera ética de estudiar las tortugas marinas en la naturaleza, desarrollar nuevas herramientas científicas para recopilar información y luego tratar de entender qué significan los datos para la salud de las tortugas a largo plazo.
Como resultado, ahora los investigadores comprenden mejor la relación entre la dosis de contaminantes externos del agua, los sedimentos y las hierbas marinas; la exposición interna a través de mediciones de sangre; y los efectos sobre la salud observados en las tortugas.
"Es crucial entender el impacto de la contaminación química en la salud de las tortugas, ya que las tortugas marinas verdes pueden pintar un panorama más amplio de la salud de todo el ecosistema de arrecifes", dice Heffernan.
"Esta información es fundamental para la conservación efectiva de las especies, la restauración de la cuenca del arrecife y para mantener la salud de la Gran Barrera de Coral".